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Fortificacions i trinxeres del País Valencià by José V. Durbán Aparisi is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

martes, junio 27, 2023

EL PLE DE JUNY DEL CONSELL VALENCIÀ DE CULTURA APROVA DOS INFORMES FAVORABLES A LA LÍNIA DE DEFENSIVA INMEDIATA A VALÈNCIA.

El pleno del Consell Valencià de Cultura ha aprobado por mayoría dos informes en el mes de junio según recogen diversos medios informativos, como La Vanguardia, Levante EMV, Valencia Plaza, Europa Press, entre otros. El primer informe avala la solicitud realizada por la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Turia de que la Línea sea considerada un BIC como conjunto defensivo. Este informe venía precedido del también realizado por la Universidad de Valencia. En 2008 la Coordinadora ya instó su protección, y la Consellería de Cultura tramitó un expediente hace más de una década como consecuencia de dicha solicitud, que caducó. Esperemos que esta vez no pase lo mismo. Un segundo informe insta al Ayuntamiento de San Antonio de Benageber a revisar su posición y llevar a término lo acordado en la moción de 2019 presentada en el pleno del Ayuntamiento, realizándose el catálogo municipal para que lo apruebe la Conselleria de Cultura. Además apunta que sobre las fortificaciones defensivas en su municipio, sean tenidas en cuenta las recomendaciones al respecto y se tome una posición favorable a la defensa de las fortificaciones y su protección con un perímetro suficiente, quedando claro que el criterio de unidad de todas las partes que conforman la posición defenssiva es el más adecuado para mantener una correcta interpretación histórica del yacimiento .
Para una mejor comprensión de las declaraciones se puede acceder directamente a: https://cvc.gva.es/es/ple-de-juny-del-consell-valencia-de-cultura-3/ Documento de la Coordinadora presentado por registro a la Generalitat Valenciana el pasado octubre para que fuera reconocida como BIC.
Una fotografia de uno de los fortines de San Antonio. Foto: Eduardo Sánchez.

lunes, junio 19, 2023

APAREIX UN NOU REFUGI DE LA GUERRA CIVIL JUNT AL MERCAT DE ROJAS CLEMENTE A VALENCIA.

La Llei del Patrimoni Cultural Valencià es va modificar al 2017, i considera que tot vestigi de la Guerra Civil (1936-39) és un bé de rel.levància local. L'ajuntament té l'obligació d'incloure-lo en el seu catàleg de bens i articular mesures de protecció. Segons informaba el diari local "Les Provincies" aquesta setmana un grup d'arqueòlegs del servei territorial s'ha personat per confirmar que les estructures corresponen a un d'aquest edificis de defensa pasiva que es van construir durant la Guerra Civil en Valencia per protegir els seus habitants dels bombardejos aèris que patien. Según l'arquitecte i profesdor de la UPV Francesc Taberner més de 300 refugis es van construir durant el periode de la Guerra Civil a València, uns de caracter particular i altres institucionals com el de l'Ajuntament o el de L'institut Lluis Vives o l'Institut del Grau. El Consell Valencià de Cultura es va fer ressò d'aquest tema i va proposar la seua protecció. A partir de la citada LLei aquest refugis passaren del desconeixement a ser BRL, com be ens recordaba el professor Taberner Pastor. D'altre costat hi ha que veure els aspectes positius, el fet que un nou hotel puga aprofitar aquest bé en el benefici de la cultura i del seu propi negoci no es deuria desestimar, una política comercial intel.ligent passa per conservar patrimoni i poder mostrar-lo com un element singular als seus clients. Un atractiu i una referència per a molts del turistes espanyols o foranis que ens visiten. Ebtre els 16 refugis que l'Ajuntament de València té a la seua pàgina web , dintre de València en la memòria, aquest logicament no apareixia.
Ara la pedra esta en el sostre del nou ajuntament. Què hi faran? No hi ha un altra, cumplir amb la llei, que vostés el puguen veure.
A la fotografía feta avui apareix una part de la trama a la dreta de la imgatge. Foto: José Durbán.

lunes, junio 12, 2023

LA MARXA CONVOCADA PER LA COMARCA CIENTÍFICA SUPERÀ TOTES LES ESPECTATIVES.

Vora 50 persones acompanyaren, el passat 10 de juny, la convocatòria realitzada per la asociació la Comarca Científica, per conèixer les trinxeres de la Vallesa en la Línia de Defensa Inmediata a València. La convocatòria, que tenia un nombre limitat de places, superà en uns díes la marca. Un grup molt jove i entusiasta va seguir amb interés les explicacions de la Coordinadora dels Boscos de la Vallesa encapçalats per Angel Morales i la Universitat de València representada per la coordinadora de l'Aula de Memòria Democràtica, Melanie Dominguez. La visita guiada va recòrrer un itinerari prèviament estudiat per a arribar prop de SAB, on es van explicar les diverses demandes al voltant de la necessitat de convertir en BIC la línia i la relació amb les polítiques de la MAT i estigue amenitzada per el administrador d'aquest blog. Per a acabar la jornada comptaren amb la actuació musical de Virginia Iranzo amb una selecció de temes que recordaven aquells temps de trinxeres. Elena Tamarit i altres companys de la Comarca Cientifica, associació divulgativa de les ciències socials van tindre un gran èxit d'organització i de assistència. Com es va insistir en la marxa és important que sigam conscients que siguen les últimes fotografies abans de la destrucció per urbanitzar aquest paratge.
Elena Tamarit dirigint-se al públic assistent amb Alexis.
El grup examina un dels refugis de tropes del sector de la Vallesa.
El grup dirigint-se a les trinxeres de la Vallesa.
Intervencions de Mélanie Ibañez i Angel Morales.
Al voltant de les trinxeres de SAB el grup va fer una pausa.

sábado, junio 03, 2023

LA HEMEROTECA COMO TESTIGO.

El 24 de Julio de 2008 el periódico Levante-EMV (Valencia) en su página 4 publicaba un artículo de opinión titulado 70 aniversario de la batalla de Levante. En el artículo, firmado por José Durbán, realizaba una síntesis del contexto que envolvió aquella batalla en 1938 y el apoyo tanto institucional como popular que tuvo la construcción de trincheras para la defensa de Valencia donde participarían personajes como Peset Aleixandre, Vicente Marco Miranda, Felix Azzati, José Antonio Uribes o Julio Just. En aquel artículo de 2008 se abogaba por que la Línea Defensiva Inmediata a Valencia (nombre que corresponde a la denominación dada por el Ejército Popular de la República) tuviera un estatus legal reconocido, en concreto se decia textualmente "Es hora, 70 años después, que la administración autonómica se incorpore a este conjunto de iniciativas con el fin de preservar para el futuro los restos y bienes de una línea defensiva con la categoria de Bien de Interés Cultural". El reclamo no era gratuito, la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Turia con el aval de dos entidades reconocidas como La Universidad de Valencia y el Consell Valencià de Cultura de acuerdo con la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano entonces vigente solicitaría formalmente dicha petición de BIC. Pues bien, en eso estamos. Han pasado 15 años. Recientemente, una resolución del Cap de Servei Territorial de Cultura i Esports, a instancias de la Coordinadora de los Bosques del Turia que se dirigió por escrito a la Dirección General de Patrimonio el 21 de noviembre de 2022 inicia un "requerimiento de información a todos los ayuntamientos para que indiquen la ubicación exacta de los restos existentes de la Guerra Civil en su término municipal y enumerar las medidas de catalogación y protección que se han tomado en aplicación de los dispuesto en la Ley 4/2017 de modificación de la Ley del Patrimonio Cultural Valenciano." La comunicación lleva fecha de 23/05/2023. En aquella ocasión unas elecciones paralizarían todo el proceso y, finalmente, se modificó la Ley 14/2017 con el resultado de declaración de BRL para los elementos relacionados con la Guerra Civil en nuestro territorio, modificación que se produjo en 2017 en las Cortes Valencianas con el consenso de todos los grupos políticos. Ahora queda por cumplir esa ley y los Ayuntamientos están requeridos a ello, del color que sean y del símbolo que sean, la ley está para cumplirla y sus representantes con mayor responsabilidad, si no es así mal ejemplo para el resto de ciudadanos. Llevamos, como mínimo, 15 años de espera para patrimonializar los vestigios ¿No es ya el tiempo? REPRODUCIMOS EL ARTÍCULO DE LEVANTE DE 2008 DONDE SE PEDIA BIC PARA LA LÍNEA.

jueves, junio 01, 2023

LA BIOGRAFÍA DE SEBASTÍAN CARRER VILASECA EN LA REVISTA LAURO.

Publicamos el artículo completo, pues por un error de edición no han salido acompañando del aparato crítico, sin duda necesarias para tener una visión completa de la documentación. Sebastián Carrer, una biografía truncada en la defensa de Valencia. Resumen: La construcción de las líneas defensivas valencianas estuvo dirigida por un singular grupo de militares procedentes del campo profesional, entre los más nombrados Manuel Matallana Gómez y Tomás Ardid Rey. Sin embargo, existen otro grupo de militares menos conocidos que fueron imprescindibles en la defensa de Valencia como Manuel Eixea Vilar, Agustín Roso Olivé o Sebastián Carrer Vilaseca. Recuperar la biografía de uno de estos, el ingeniero Sebastián Carrer Vilaseca, desde sus inicios profesionales en Marruecos hasta su participación como responsable técnico de los trabajos de la Línea de Defensa Inmediata a Valencia (LDIV) es repasar la historia del contexto en el que sucedieron los hechos y reconocer, como de una manera implacable, el franquismo impidió cualquier posibilidad de reconciliación. Palabra clave: Guerra Civil, Defensa Inmediata, Carrer Vilaseca, Procedimientos sumarísimos, Ejército Popular de la República, Memoria democrática. Abstract: The construction of the Valencian defensive lines was led by a unique group of soldiers from the professional field, among the best known Manuel Matallana Gómez and Tomás Ardid Rey. However, there is another group of lesser-known soldiers who were essential in the defense of Valencia, such as Manuel Eixea Vilar, Agustín Roso Olivé or Sebastián Carrer Vilaseca. To recover the biography of one of these, the engineer Sebastián Carrer Vilaseca, from his professional beginnings in Morocco to his participation as technical manager of the works of the Immediate Defense Line to Valencia (LDIV) is to review the history of the context in which they happened. the facts and recognize, as in an implacable way, the Franco regime prevented any possibility of reconciliation. Key word: Civil War, Immediate Defense, Carrer Vilaseca, Summary proceedings, People's Army of the Republic, Democratic Memory. Resum: La construcció de les línies defensives valencianes va estar dirigida per un singular grup de militars procedents del camp professional entre els més nomenats Manuel Matallana Gómez i Tomás Ardid Rey. No obstant això, hi ha un altre grup de militars menys coneguts que van ser imprescindibles en la defensa de València com Manuel Eixea Vilar, Agustín Roso Olivé o Sebastià Carrer Vilaseca. Recuperar la biografia d'un d'aquests, l'enginyer Sebastián Carrer Vilaseca, des dels seus inicis professionals al Marroc fins a la participació com a responsable tècnic dels treballs de la Línia de Defensa Immediata a València (LDIV) és repassar la història del context en què van succeir els fets i reconèixer, com de manera implacable, el franquisme va impedir qualsevol possibilitat de reconciliació. Paraula clau: Guerra Civil, Defensa Immediata, Carrer Vilaseca, Procediments sumaríssims, Exèrcit Popular de la República, Memòria democràtica. “De todo lo dicho se deduce una conclusión inevitable: la “memoria histórica” o justicia transicional es útil y necesaria para la convivencia; pero solo si está bien elaborada y explicada, si es compleja y no maniquea. Como decía antes hay que recordar, pero recordar bien.” (Álvarez Junco, 2022, pág. 274) La memoria franquista de la guerra La ciudad de Valencia, tras la caída de Castellón el 15 de junio de 1938, pasaba por uno de sus momentos más críticos. La que había sido capital política de la República, y capital intelectual a raíz del II Congreso Internacional de Escritores en defensa de la Cultura, celebrado en julio de 1937, se había convertido en el verano de 1938 en la capital de la guerra y de la resistencia. Por primera vez desde 1936 Valencia sintió el asedio y la destrucción a sus puertas, siendo necesaria la movilización de la retaguardia de manera muy activa; la paralización de toda la actividad cultural y de ocio, la puesta en servicio de todos los medios y recursos, económicos, técnicos y logísticos, al servicio de la construcción de fortificaciones; unos anillos defensivos que protegieran Valencia en profundidad frente a la ofensiva franquista. Unas fortificaciones eficaces que a lo largo de más de cincuenta kilómetros, en escalones sucesivos, permitieran tanto un repliegue ordenado de la defensa como la posibilidad del contraataque en cada acción de guerra. Una defensa moderna y mucho más eficaz que la de los inicios del conflicto, ahora organizada en Centros de Resistencia y no en líneas continuas como en la I Guerra Mundial; que se ajustaba a los cambios materiales, al poderío de los ejércitos enfrentados, y a las herramientas y máquinas de combate muy superiores en número y potencia a los hasta ahora desplegados (1) . Una movilización ingente; de organizaciones sindicales, juveniles, de partidos políticos, diputados e intelectuales, incluido el rector de la Universidad de Valencia se pusieron en pie para la defensa de la República y de la democracia frente al fascismo, bajo la consigna de fortificar Valencia. En las situaciones de crisis, en los cataclismo y en las derrotas se escriben las historias más radiantes, y aparecen la épica y el heroísmo popular, pero también cuentan las acciones de personas corrientes, apenas visibles, pero necesarias para mostrar el camino sencillo de la dignidad y la honra. En el caso de la Guerra Civil española, 1936-1939 (a partir de ahora GCE), el franquismo impuso su memoria, y borró intencionalmente los lugares marcados por la contienda. Algunos generales franquistas no vieron cumplido su deseo de conmemorar las hazañas triunfales en las que colgarse las medallas de sus hazañas bélicas. Sólo quedó en el mapa el pueblo de Belchite como hito de la destrucción y recuerdo de lo que se llamó Regiones Devastadas (naturalmente destruidas por los “rojos”). La España imperial de la falange y del nacionalcatolicismo no cuadraba con los artefactos materiales de la arquitectura militar de la guerra, con los vestigios de fortificaciones esparcidos por todo el territorio, que recordaba la resistencia de algunos, y cómo se impuso la paz, sin libertad, de algunos otros. Los restos materiales del conflicto y los testigos se sometieron al olvido o fueron demonizados y sustituidos por nuevos escenarios monumentales al servicio de la grandeza imperial de la nueva España que ocultaban, a pocos metros, la trinchera y el combate (González Ruiz, 2009). Franco optó, ante la pretensión del recuerdo de la batalla y el duro enfrentamiento bélico, que hubiera suscitado demasiadas preguntas sobre los porqués de los abundantes vestigios de la guerra, ante la visión de tanta destrucción y violencia, por el silencio y el olvido apoyándose en mitos como los veinticinco años de paz. El recuerdo de lo que fue la defensa de Valencia en 1938 fue un agravio para el ejército vencedor que quiso ocultar una memoria incomoda de la ciudad en guerra, apoyándose en el uso y la sustitución de los más variados recursos identitarios para imponer el nuevo Estado Nacional, ocultando los restos materiales y degradando a las personas. En los años 60 y 70 del siglo pasado, se produjo un interés bélico por la guerra civil, y las primeras publicaciones, que quizá explican la escasa investigación sobre las líneas defensivas y las fortificaciones que no entraron en combate. En este caso no se trataba de un olvido intencionado sino de la perspectiva utilizada por los autores, generalmente profesionales militares, algunos de los cuales habían participado en la contienda en el bando sublevado (2) que se centraban básicamente en los hechos de la “batalla” y, en consecuencia, en el caso valenciano, no consideraron la LDIV y otras al no haber sido lugares de combate, aunque si aluden indirectamente a la organización defensiva valenciana como un conjunto: “trincheras rojas del cinturón de hierro de Valencia” (Aznar, 1963, pág. 166) Claro está que la defensa de Valencia no tenía nada que ver con la de Bilbao, salvo ser la defensa de una importante capital republicana, transcurridos ya dos años de guerra, la defensa en profundidad valenciana no era equiparable a la línea continúa bilbaína. Los anillos defensivos que envolvían Valencia, obra de una planificación defensiva más moderna que la desarrollada al principio de la guerra, no puede ser considerada sino como un conjunto defensivo, un modelo singular y en profundidad, del que milagrosamente conservamos en un muy buen estado una gran cantidad de elementos como son las fortificaciones de Lliria. Cuando estos libros se referían a la ofensiva sobre Valencia su objetivo era las cuestiones que son propias de la batalla: avances, maniobras, ocupación de líneas (Martínez Bande, 1977). Este enfoque bélico también marcará, en parte, los estudios posteriores dejando otra vez en el olvido algunas cuestiones importantes a la vista de lo que hoy entendemos como historia social. Sostenemos que estos materiales, pese a su utilidad, prestaron poca o nula atención a las defensas y las fortificaciones que no entraron en combate, aunque estos sujetos subalternos tuvieran una gran importancia como testigos de la memoria, evolución de los frentes de guerra y movilización de las retaguardias, en lo que hoy entendemos como guerra total. Una bibliografía más contemporánea como fue el caso del muy exitoso libro de Edelmir Galdón (Galdón Casanoves, 2010) soslaya el tema de la LDIV por el mismo motivo que los anteriores al entender que no fue lugar de batalla. La memoria oficial del franquismo y esta perspectiva bélica hicieron que hasta 2009, más de setenta años después de su construcción, no se hubiera documentado y escrito ni una sola línea sobre la LDIV (Durbán Aparisi J. , 2009-2010), salvo aquello de “línea entre Puig-Bétera-Manises con obra de hormigón unidos por ramales de comunicación de 3 ms. de profundidad, con nidos de ametralladora con una cubierta de 1 m.” (Sequera Martínez, 2001, pág. 109). Esta división a la hora del estudio de las líneas defensivas (las que entraron en combate y las que no) ha marcado en buena parte la investigación y el debate , dejando de lado perspectivas como esta de la LDIV y otras que, sin embargo, merecen ser núcleos de interés académico; estudios arqueológicos, históricos y sociales, culturales y de género, o de memoria democrática, como lo es el caso que nos ocupa de una biografía militar en la defensa de Valencia; no para enaltecer su contribución como héroes de esta victoria defensiva, pero sí para desvelar cómo el franquismo no tuvo compasión ni perdón sobre cualquiera que hubiese actuado al servicio del gobierno legítimo; aunque fuese por razones circunstanciales, aplicando directrices implacables. Así, la historia del Teniente Coronel jefe de los trabajos de la LDIV, que no conocemos precisamente por Martínez Bande (3) , Sebastián Carrer (4) , su biografía, nos acerca a un militar que fue fiel a su juramento republicano, que cumplió con su deber profesional, que actuó siempre con gran bohomía, y, sin embargo, fue procesado y condenado por un Consejo de Guerra en 1939. Igualada, el hogar y los primeros pasos (1900-1917) El 15 de agosto de 1900 nació Sebastián Pedro José María Carrer Vilaseca (1900-1992) en la finca familiar de San Sebastián, término de Òdena. Aunque la familia vivía en Igualada poseía una masía con una pequeña capilla dedicada a San Sebastián que es el patrón de Ódena; así que, por esa razón, Carrer, recibió el nombre de Sebastián. Hijo de Ramón Carrer Albín, un empresario textil y Carmen Vilaseca Tomas “dedicada a las ocupaciones propias de su sexo”, según consta en el acta de nacimiento del registro civil. En la familia Carrer, l’hereu era Ramón y Sebastián el caganiu, Martín y Paca completaban la saga. No resulta pues muy sospechoso aventurar que los Carrer podrían pertenecer a ese grupo de familias liberales, de tradición católica, cercana al catalanismo moderado tan propio de la Cataluña de principios de siglo. La ciudad de Igualada, en la provincia de Barcelona, había tenido una expansión excepcional durante los siglos XIX y XX, no sólo por la instalación de la línea de ferrocarril, sino por su gran desarrollo industrial. Las fábricas del textil y las adoberías de curtidos transformaron el espacio urbano y social de la ciudad catalana. La población se duplicó pasando, de 1800 a 1900, a censar 10.486 habitantes. Igualada había destacado como núcleo liberal durante el XIX quizá debido a este desarrollo floreciente de la burguesía industrial local, frente a las embestidas carlistas de la cercana Olot. Para un joven criado en la tradición fabril de la familia Carrer no es difícil aventurar cómo pudo despertar la curiosidad técnica, y la vocación por todo lo relacionado con el progreso de las máquinas mientras se educaba en los Maristas y realizaba su bachillerato en la Escuela Pía de Igualada. Tampoco podemos descartar cuanto pudo influir en la conciencia de un niño y adolescente como Carrer las hazañas de otro ilustre igualadino, Pedro Vives Vich (1858-1938), educado en la Escuela Pía de Igualada al igual que Carrer, que fuera el primer español que voló en un dirigible por el cielo de Madrid en 1909. Lo cierto, es que Pedro Vives podría haber sido un referente para nuestro joven personaje; hijo predilecto de Igualada en 1925, vinculado a la Renaixença catalana, que escribía en un perfecto catalán prefrabiano, pero conciliador con España, fundador de las fuerzas aéreas españolas y subsecretario de fomento en 1923. Pedro Vives fue uno de los ejecutores prácticos del regeneracionismo, infundado por Costa, Krause y Giner de los Ríos, en la Cataluña moderna, presidente de honor del Ateneo Obrero de Igualada, pero sobre todo ingeniero con vocación civil, también militar, la prensa dijo que: “era el más civil de los militares y el más militar de los civiles”, quizá sea esta última característica la que acaba de cerrar el círculo de coincidencias entre Vives y Carrer, inclinado más por su vocación civil antes que militar . Fuera por este espíritu práctico, liberal y regeneracionista atribuible a una gran parte de su generación, sea por la influencia de la tradición fabril, o por el hecho no ser l’hereu; lo cierto es que nuestro hombre, Sebastián Carrer Vilaseca, ingresará, tras finalizar sus estudios de bachillerato, en la prestigiosa Academia de Ingenieros. La formación militar, Academia de Ingenieros de Guadalajara (1921-1926) Poco sabemos del paso de Carrer por la Academia de Ingenieros de Guadalajara, salvo la magnífica colección de fotografías que nos ha dejado en las que se recogen diversas instantáneas de su formación, así como su testimonio sobre el incendio fortuito del Palacio de Montesclaros, sede de la Academia, en febrero de 1924. Quizá este interés por la fotografía era propio de la época y estaba en consonancia con el espíritu cientifista y renovador de la nueva cultura visual de finales del XIX y principios del XX como señala Lucila Mallart. (Mallart, 2015). Así, entidades como los Centros Excursionistas Catalanes se dedicaron a utilizar el nuevo instrumento óptico para dejar testimonio de Cataluña. Pero volvamos a la Academia, por ella pasaron como profesores o alumnos, destacadas figuras en diversos ámbitos de la ingeniería civil como Eduardo Barrón que trabajó para la empresa Hispano Suiza en Barcelona en el diseño de aviones allá por 1917 al igual que el mencionado Vives , Alejandro Goicoechea, conocido no solo por su trabajo en el cinturón de Hierro de Bilbao sino por su diseño del tren Talgo, Emilio Herrera Linares destacado ingeniero militar y aeroespacial que acabó en el exilio, Alfredo Kindelán que acompañó en el vuelo aerostático en 1909 a Pedro Vives y fue, después, el jefe de la aviación franquista, José Ortiz Echagüe que realizó el primer vuelo entre el continente africano y el europeo, y muchos otros, como el célebre arquitecto Carmelo Castañón Reguera que firmará la sentencia que condenó a Carrer, pero de esto hablaremos más tarde. Tras su paso por la Academia el joven Carrer, ya con el grado de Teniente, fue destinado al 5º Regimiento de Zapadores Minadores de nº 3 de Paterna donde permanecerá los primeros meses de su carrera hasta que, producto de una accidente en servicio, queda herido en una mano pasando cuatro meses en situación de remplazo en la 3ª Región a la espera de su aventura Africana. Militares en África, no todos africanistas (1927-1929) Cuando Carrer llega a Marruecos en enero de 1927 para incorporarse al Batallón de Ingenieros de Melilla la situación en el protectorado español todavía era tensa. Si atendemos a las estadísticas que recogía el entonces Teniente Coronel José Enrique Varela (Varela, 1926) en 1926 se produjeron 418 bajas entre muertos y heridos tanto de oficiales como de tropa en el regimiento de regulares de Ceuta. De hecho, aunque el desembarco de Alhucemas se había producido el 8 de septiembre de 1925, Abd-el-Krim se había rendido el 27 de mayo de 1926 ante las autoridades francesas, y SanJurjo sólo anuncia oficialmente el aplastamiento de la resistencia rifeña el 10 de julio de 1927 en Bab Taza, localidad cerca de Chefchauen, en el norte del país alauita. Marruecos había sido desde el inicio del protectorado un territorio donde realizar rápidas carreras militares, y para revivir la nostalgia del pasado imperial de España. Algunos militares creían encarnar las virtudes patrias que asociaban al militarismo “el militarismo, donde existe, constituye en sí una sociedad que desarrolla una civilización, es decir, una moral. Esta moral tiene por fin el engrandecimiento de la Patria por un sistema simple: la guerra.” (Madariaga, 2013, pág. 164). Frente a esta visión de la africanidad expresada por Emilio Mola, es cierto que existió un africanismo distinto, inspirado por la obra de Joaquín Costa o Gumersindo Azcárate, partidarios de un regeneracionismo capaz de reconocer los lazos culturales y comerciales comunes con Marruecos. Alpert (Alpert, 2007) señala que entre los africanistas algunos fueron fieles a la República. La opinión pública e incluso los militares se encontraban divididos sobre esta cuestión (por ejemplo los militares ingresados en las Juntas de Defensa que eran contrarios al sistema de ascenso por méritos de guerra). Así que la denominación de africanista resulta ambigua (Madariaga, 2013), entre otras razones, porque muchos de los militares que pasaron por Marruecos no compartían los ideales militaristas, ni formaron parte de la trama golpista, ni eran anti intelectuales o anti obreristas. Es por eso que conviene clarificar el concepto. La escritora Rosa María de Madariaga ha propuesto el término “africano-militarista” (Madariaga, 2013, pág. 161) para referirse a los golpistas que desarrollaron su carrera en África. Parece pues oportuno situar a Carrer entre uno de aquellos militares que pasaron por Marruecos, aunque no por ello deba ser considerado africanista (5) . Los años que vive Carrer en Marruecos, entre 1927 y 1929, son los años de pacificación del territorio tras el desembarco de Alhucemas. Los “africanistas” han conseguido imponer su posición “patriótica” influyendo en Primo de Rivera y, tras la victoria, se vivirá un periodo de euforia de los militares africanistas-militaristas, con promoción de ascensos y condecoraciones. El ejército victorioso dividió la zona en cinco regiones administrativas –Región Occidental, Yebala, Gomara, el Rif y Región Oriental. Carrer desarrollará su estancia en Marruecos en la zona central del Rif, comandada por el General Ángel Dolla Lahoz (6) . Desde su llegada a Melilla el ocho de mayo de 1927 hasta finalizar el mes de diciembre de ese mismo año la vida de Carrer es trepidante. Incorporado a la segunda Compañía de Zapadores su actividad estará dedicada fundamentalmente al apoyo a la instalación de posiciones fortificadas. En varias ocasiones se alude en los informes sobre servicios prestados (Archivo General Militar, 2009) a las circunstancias en las que fueron desarrollados los trabajos de Carrer, “vivaqueando”, “bajo nutrido fuego enemigo”, dedicándose a la instalación de baterías, al asentamiento de posiciones, en un área todavía muy complicada entre Targuist, en las cercanías de Ketama o en el Llano Amarillo que sería, años después, en julio de 1936, lugar de reunión de un grupo de militares golpistas poco antes de la sublevación. Además de batirse en el duro oficio, Carrer se cruzará con relevantes personajes “la flor y nata” del africanismo militar, en sucesivos encuentros con el Coronel Emilio Mola en Bab-Ahli en Mayo, o en el establecimiento de posiciones en Kudi-Megar (después posición Varela). Y de nuevo, días después, en la misma columna de Mola hacia la Punta de Pescadores ya a finales de agosto. El 22 de mayo y siguientes –dice el informe- “asistió con su sección al Teniente Coronel Ricardo Rada Peral”, otro conocido africanista de la guerra del Rif, hasta la instalación de su batería cerca de la loma Amarilla. Poco después, ya en junio, colabora con el entonces comandante Alberto Castro Girona, al que Arturo Barea menciona en la “Forja de un rebelde”, a la cabeza de sus regulares ceutís, personaje que, tras el golpe de julio, consiguió escapar a través de la embajada francesa en Madrid e incorporarse a Burgos. Pero sin duda, el militar que tendría mayor interés para Carrer sería el Coronel de Ingenieros Miguel García de la Herrán, del que Carrer recibirá una felicitación personal “por el esfuerzo llevado a cabo en los trabajos de las anteriores pistas en escrito de fecha 9 de octubre” (Archivo General Militar, 2009) de 1927 (7) . El 26 de septiembre por todas estas intrépidas acciones el joven Carrer recibiría la Medalla Militar de Marruecos con pasador de Melilla. Efectivamente, el Coronel Miguel García Herrán, también del cuerpo de Ingenieros, prototipo de africanista, que apoyó el golpe militar en Madrid, desarrolló una obra civil y militar de interés arquitectónico en Larache, Nador y Tetuán, siendo hábil en el uso del hormigón así como de la recreación del estilo decorativo neomorisco, como la casa Baja de Tetuán, el puente colgante de Kerman en Larache (8), estaciones de ferrocarril, etc. a los que Carrer dedicaría algunas fotografías. García Herrán inició a partir de 1927 una reorganización de los batallones de ingenieros y contó con la participación de Carrer, con el que parece probable existió una buena relación profesional derivada de su pasión común por la ingeniería. Los años 1928 y 1929, como consecuencia de esta reorganización de los ingenieros, la actividad de los regimientos de zapadores irá dirigida a la reconstrucción, mejora y puesta en funcionamiento de la obra civil y militar, lo que indicaría una cierta distensión como consecuencia de la pacificación de la zona, aunque una intensificación de los trabajos de Carrer que se debió sentir mucho más a gusto con esta obra civilizadora y pacífica. Así que Carrer, por orden del Coronel Inspector García Herrán, y bajo su revista, realizará diversos trabajos en el sector de Targuist-Tizzi-Ifri relacionados con la construcción de pistas como las de Imazinen a Llano Amarillo, la continuación de la pista Badu-Ankoud (en Ketama), la pista de Torres de Alcalá a Targuist, la importante obra de conducciones de aguas, manantiales y tuberías para el abastecimiento de Villa San Jurjo en Tala Youssef, las aguadas en Morales, Tidki, Compairet, Prisioneros y Castro-Girona y el abastecimiento de aguas en los abrevaderos de Cala Bonita, Torres de Alcalá y Villa Jordana. También de la mano de Carrer se iniciará el alumbrado de Larache y los servicios de alumbrados de los campamentos de Targuist, Eizoren, Cuartel General, Base Militar, Estado Mayor, y dependencia de Ingenieros de Villa San Jurjo. Por todo lo cual Carrer recibirá el reconocimiento a la efectividad, así como un diploma de la Presidencia del Consejo de Ministros y la Medalla de la Paz de Marruecos, también se le otorga la cruz de María Cristina. Con todo este equipaje, Carrer regresó a la península. La guerra de Carrer. República y Guerra civil (1930-1939) En 1985 Sebastián Carrer escribió un breve relato de vida. En él testimonia una versión sugerida de sus acciones del pasado. “En estos años de guerra los recuerdos se me acumulan pero no puedo precisar fechas. No respondo si el orden no corresponde a la realidad. Expondré los que considero más interesante”, Carrer intenta poner en orden en sus memorias lo que él llama su “accidentada vida”. A su llegada a Valencia en enero de 1930 Carrer vuelve al Regimiento de Zapadores y Minadores nº 3 de Paterna, pero antes de terminar el mes formará parte de la Comisión de Obras, Reserva y Parque Regional de Ingenieros de la 3ª Región encargándosele la dirección de proyectos de dirección y obras de los cuarteles de Paterna, General Almirante, Monteolivete y Hospital Militar. Tras la caída de la Dictadura de Primo de Rivera y la proclamación de la II República española el 14 abril de 1931 se inició un plan de modernización que afectó también a la reforma del ejército, con la Ley de Retiro Voluntario, para aligerar al estamento militar de la carga del número excesivo de mandos, y conseguir un ejército moderno y eficaz. Se permitió a todos los mandos la retirada anticipada con los derechos adquiridos o la continuación al servicio de la República. Lógicamente, para el joven Carrer, que apenas tenía treinta y un años, no existió otro destino que asumir por convicción o no la nueva situación y continuar su carrera con el nuevo régimen instaurado. Carrer parecía, en todo caso, por juventud, modernidad y eficacia, el perfil del nuevo oficial al servicio de la República, la promesa del futuro. El 25 de abril de 1931 Carrer realizó juramento de adhesión a la II República española de acuerdo con el Decreto del Gobierno Provisional del día 22. Con motivo de la nueva reorganización del ejército el diez de junio volvió al Batallón de Zapadores y Minadores nº 3. En mayo de 1932, Carrer se casó Pilar Usano Martín (9) de la que nacerán dos hijas Pilar en 1933 y Ana, en 1936. Así que el enlace matrimonial concuerda con la escena en la que se ha desenvuelto Carrer, un joven con brillante carrera, casado con una distinguida y moderna señorita de la buena e ilustrada sociedad valenciana, hija de un prestigiado Juez, Carlos Usano Alonso y hermana del dirigente de la FUE Manuel Usano. Pero la situación política para la República se endurece con los problemas de la crisis económica y la presión sindical. En1932 el gobierno moviliza al ejército con motivo de una prolongada huelga en la Central Térmica de Valencia (10) y posteriormente en la central del Camino de Jesús. La versión que relata Carrer de los sucesos de la central Térmica de la Camino de Jesús no deja de ser esclarecedora de su carácter. Carrer cuenta que en su primer día de vigilancia se acercó a los trabajadores para parlamentar con ellos y explicarles su misión con la intención de que no se molestaran unos a otros “todos los días cambiaba impresiones con ellos charlando de lo que fuera” (11) . Un día al salir para comer le paró un coche, de uno de los huelguistas, y le dijo que iban a hacer estallar una bomba en la base de la chimenea de la central en un callejón oscuro. Carrer preparó un dispositivo con alumbrado y tras varios días la amenaza se disuadió. Carrer se pregunta “¿Qué habría ocurrido si en lugar de estar en plan amistoso con los huelguistas, me hubiera impuesto con desplantes y en tono autoritario?” ¿Acaso este espíritu conciliador y pactista fue un rasgo que Carrer quiere hacernos ver frente al espíritu cuartelero de los golpistas? ¿Un seny acorde con sus raíces identitarias, familiares y sociales? Creemos que sí. El 3 de agosto de 1934 se le concederá la cruz de Clase del Merito Militar con distintivo blanco por su comportamiento en los disturbios de 1932, en los que con mucha habilidad como hemos visto, supo resolver el conflicto con los trabajadores en una muestra más de su actitud civil. El golpe de Estado y las actuaciones de Carrer en primera persona (1936-1939) Las circunstancias situaron a Carrer en diversos escenarios durante aquellos turbulentos años. Lo primero que nos recuerda el propio Carrer, de manera contundente, es que el golpe de Estado fracasó en Valencia, “no voy a meterme en comentarios sobre los sucesos de este periodo ni en fijar fechas de todo lo que voy a describir (Carrer elige el verbo adecuado, un tono objetivo para explicar las cosas). El que quiera más detalle que me pregunte. El hecho fue que falló el Movimiento Nacional en Valencia”. Carrer describe su actuación en el Cuartel de Paterna, su relación con Carlos Fabra (12) , y los hechos allí acontecidos: “Estábamos en el pabellón tan tranquilos cuando ya de noche se oyen unos disparos lejanos, de repente se notó jaleo de gente en la explanada de los pabellones, algunos paisanos que se suben a los algarrobos y se mascaba la sensación de que algo grave ocurría en el cuartel. Salir de casa en aquellos momentos era suicida, así es que me parapeté en una ventana con la pistola del 9 largo y Pilar en otra con la del 6,35 y a esperar a que fuera de día. A primera hora viene el asistente y nos cuenta que en la noche pasada unos cabos capitaneados por el sargento Fabra habían asaltado el cuerpo de guardia y del tiroteo que se produjo habían muerto el Capitán Costas, un Teniente y un Alférez y que a los demás los había llevado no sabía dónde y que el sargento Fabra había tomado el mando del Batallón. Yo no podía lógicamente quedarme al margen de los demás y mando al asistente a que le diga a Fabra que estoy en el pabellón y que me diga cuál es mi situación.” Carlos Fabra le contesta que regrese al cuartel y haga entrega de la caja ya que Carrer era responsable del Almacén Auxiliar y Depósito de Víveres de Paterna desde 1935 (Archivo General Militar, 2009) Al terminar esta operación, Carlos Fabra le pone al tanto de lo ocurrido y “lamenta los muertos”. Finalmente Fabra le dijo que podía considerarse como arrestado, y que lo llevaría con su familia a Valencia. La confirmación de que Carrer, tras la conversación con Fabra, se sentía absolutamente tranquilo por su vida y la de Pilar nos la da con el siguiente testimonio: “En esto aparece mi cuñado Manolo (se refiere a Manuel Usano) en un coche con dos elementos uniformados para recogernos y al decirle que no corro peligro, regresa a Valencia”. Carrer intervino para salvar al Teniente Molinero, veterinario del cuartel. A los pocos días de los sucesos, el abogado defensor de Molinero visitó a Carrer para contarle que “todos los que llevaron al barco están siendo fusilados”, Carrer se propuso como testigo y el día del juicio se dirigió a Fabra para razonarle el cese de las muertes y que como él era el acusador, de él dependía salvar a Molinero “Me prometió hacerlo y efectivamente al empezar la vista se levanta (Fabra) y dice que retira todos los cargos”. Molinero quedó en libertad. José Antonio Vidal en su libro sobre Fabra (Vidal Castaño, 2012, pág. 189), ratifica la versión de Carrer “Molinero sobrevivió gracias a las recomendaciones del capitán médico y los testigos de cargo en su juicio, que pasaron a serlo de descargo”. No sabemos si por sugerencia de su cuñado Manuel, quien le facilita ante la Comandancia Militar un aval político de Izquierda Republicana para circular; o por el llamamiento al servicio, en septiembre de 1936, Carrer formará parte del Comité Ejecutivo Popular de Valencia (a partir de ahora CEP) en los servicios de la comisión técnica de Defensa Pasiva de la ciudad (construcción de refugios, etc.). Allí, según el mismo nos cuenta, coincidirá con Domingo Torres (13) , CNT, José Benedito (14) , Teniente de artillería…y un tal Martí, industrial carpintero. El departamento de defensa tenía, entre otros cometidos, la defensa de los puertos de Contreras y Almansa que se le encargaron a Carrer (dos accesos principales a la ciudad de Valencia y Alicante en el caso que hubiera caído Madrid) y que tendrían la misión de proteger la ciudad y el gobierno. Así es que podríamos concluir, casualidad, coherencia o destino, que uno de los cometidos principales de Carrer, desde el inicio de la Guerra Civil, estuvo siempre al servició de la Defensa de Valencia. En 1937, tras el desmantelamiento de los CEP (Enero de 1937), Carrer fue llamado a integrarse como Comandante, por escalafón, en la comandancia de Ingenieros del Ejército de Levante. “El 24 de agosto de 1937 se había constituido el Ejército de Levante, con los Cuerpos de Ejército XIII y XIX, bajo el mando de Juan Hernández Saravia, con Eduardo Sáez de Aranaz, como jefe de Estado Mayor y Tomás Mora Sáenz, del PSOE como comisario. El Cuartel General del Ejército se establecía en Barracas (Engels, 1999, pág. 178) , con el objetivo de preparar la ofensiva sobre Teruel, dentro de un plan completo de reorganización del Ejército Popular de la República. Por esas fechas Carrer recibió un aviso de su hermana Paca advirtiéndole que sus hermanos Ramón y Martín habían sido encarcelados en Igualada donde se vivía un ambiente de tensión revolucionaria y de persecución en la retaguardia republicana por parte de algunas corrientes del anarquismo-poumismo local contra cualquier sospechoso de conservadurismo religioso o político, como relató el alcalde de la ciudad, Josep Morera, en sus memorias (Morera Miserachs, 2011). Carrer se pone en contacto con Domingo Torres Maeso, alcalde de Valencia desde febrero de 1937. Resultado de las gestiones de Torres los hermanos de Carrer fueron puestos en libertad. Sea como fuere Carrer continuó con un intenso trabajo de fortificación y de construcción de líneas de intendencia como fue la pista entre Forniches y Cedrillas para evitar el paso por el puerto de Alcalá de la Selva y otra de Camarena a Vanaclocha que suponía la supresión de la vuelta obligada a Valencia, Utiel y Torrebaja, es decir más de 200 km para ir por el frente desde la carretera de Teruel-Sagunto a la carretera de Teruel Cuenca. Carrer relata que cuando la toma de Teruel, estando presentes en el observatorio Negrín, Prieto y Sarabia, recibe la orden de este último de comprobar que se ha tomado la ciudad, para corroborar la información dada por los carabineros. Carrer parte con su Fiat de dos plazas y “poco antes de llegar a Teruel oigo una explosión detrás de mí. Paro y allí estaba una ambulancia con toda la parte delantera destrozada y el conductor mal herido. Yo pasé antes por allí y la bomba enterrada no explotó”. Apenas finalizada la toma de Teruel, por las tropas republicanas, esta se había convertido ya en una demostración del poderío del nuevo Ejército Popular de la República en una guerra que había adquirido ya todos los tintes de una guerra total (Alegre Lorenz, 2018), una guerra moderna con maquinarias precisas y eficientes, lo que afectó a los modelos de combate y a las estrategias de la defensa que Carrer estudiará. El 24 de diciembre de 1937, fueron ascendidos en el Ejército de Levante: Federico de la Iglesia Navarro, Eduardo Sáenz de Aranaz, Leopoldo Menéndez López y Enrique Fernández Heredia, al grado de Coronel, y Manuel Gallego Calatayud y Sebastián Carrer Vilaseca ascendían a Teniente Coronel (15) . La circular del Ministerio de Guerra de 27 de diciembre decía: “por su brillantísimo comportamiento en las operaciones realizadas en la Zona del Ejército de Levante, vengo a ascender a Teniente Coronel, al mayor de Ingenieros Don Sebastián Carrer Vilaseca” (16) . Tras la contraofensiva del ejército sublevado contra Teruel se produjo un incidente con la discutida actuación de Enrique Lister. En el testimonio de Carrer expone la idea de que se le atribuyó a uno de los arquitectos jefes de sus batallones de fortificación, un tal Soler, los errores cometidos por Lister y que Carrer intervino ante Saravia para exculpar a éste. “Hable con el General Saravia que estuvo conforme conmigo. El asunto quedó ya en mis manos y de acuerdo con el General, lo metí en un cajón y allí quedó encerrado.” Carrer afirma que este asunto fue la causa de su pase a la comandancia de Ingenieros de Valencia, cosa que pudo ser, sin embargo algunas cuestiones nos hacen dudar. Carrer viene a decir que se le traslada a Valencia porque en un periódico de Barcelona, información que recibe por su hermano Ramón, dan como culpables de la pérdida de Teruel a los ingenieros, y citan su nombre. “Las consecuencias fueron inmediatas, al poco cesé en mi cargo y me pasan a Valencia como Jefe de los servicios de la Comandancia de Ingenieros y al frente de las obras de la Defensa de Valencia donde en algunos sitios se trabajaba con prisioneros de guerra de cuando la toma de Teruel (17) .” Aunque el testimonio de Carrer es muy preciso parece que pudieron intervenir otros motivos, incluso exculpatorios, ya que según Carrer dice en su declaración de servicios prestados de fecha 3 de febrero de 1939, es “el 13 de Junio en que se incorpora a la Delegación de la Inspección General de Ingenieros, haciéndose cargo por orden del Excmo. Sr. General Jefe del Grupo de Ejércitos de las fortificaciones ordenadas por el Grupo de Ejércitos de las líneas X.Y.Z, Intermedia y Defensa Inmediata de Valencia.”(18) Por lo que como vemos el traslado no se realiza de forma inmediata sino en junio, fecha cercana a la fusión de los Ejércitos de Levante y Maniobra, lo que sería una explicación más pertinente. Sostenemos por el contrario que Carrer gozaba ya de un alto prestigio entre los mandos republicanos, de hecho en junio (D.O. nº 155) se dará una orden para su traslado a Barcelona junto a Vicente Rojo, orden rectificada el 30 de junio, para asignarlo a la defensa de Valencia junto al comandante General de Ingenieros, el Coronel Tomas Ardid Rey, y dentro del Grupo de Ejércitos de la Región Central (a partir de ahora GERC), es decir, se lo disputan. Además, la jugada venia de largo ya que, tras la pérdida de Teruel y el rápido avance de los sublevados hasta cortar la España republicana por el Mediterráneo a la altura de Vinaroz, el 15 de abril de 1938, se produjo una conocida reunión en Valencia el 27 de abril en la que el General José Miaja Menant encargó a “Sáenz de Aranaz, Bernal Segura y el mayor Fuster Picó,…. el proyecto de organización defensiva inmediata de dicha plaza”(…)“Esta actividad no era más que una parte del plan completo de fortificación a que se lanzaba Miaja; los mayores Ibor y García Florez se encargaron del estudio defensivo de la capital; el mayor Gascó del sector de la Yesa, el Coronel Eixea, auxiliado por el coronel de artillería Guillermo Adán de la posición intermedia y los tenientes coroneles Bertomeu y Guillem Martín de la posición de resistencia. Independientemente de esta actividad del GERC, los comandantes generales de Ingenieros de los ejércitos de maniobras y Levante, tenientes coroneles Pérez Ruiz y Carrer Vilaseca, se encargaron de constituir sucesivas líneas de detección en las zonas de acción de sus respectivos Ejércitos. (Salas Larrazabal, 1973, pág. 1931)”. Es decir, que la idea de resistir por medio de la fortificación estaría presente ya en abril y en esa idea se contaba con Carrer que era prácticamente el único de los mencionados, junto con Antonio Pérez Ruiz, del arma de ingenieros. Por otro lado, con fecha 29 de junio de 1938, pocos días después de su incorporación al GERC, Carrer realiza su primer informe, el complementario al superponible escala 1:200.000 de la Línea X.Y.Z y posteriores (19) , que podría responder al escrito de Julio Just sobre la defensa de Valencia de 21 de junio de 1938 (20) Y el 22 de julio de 1938, el Jefe del Estado Mayor , Manuel Matallana, en un informe dirigido al jefe del Ejército de Levante, Leopoldo Menéndez López, dice: “La situación táctica y la organización del terreno en profundidad hasta Valencia aconsejan que el Comandante General de Ingenieros de este Ejército (se refiere a Tomás Ardid Rey) se haga cargo de todo lo relacionado con la fortificación de la línea XYZ. De la Posición Intermedia, línea del Palancia, se hace cargo el Teniente Coronel de Ingenieros Rosso (se refiere a Agustín Roso Olivé) y de la Inmediata a Valencia el Teniente Coronel de ingenieros Carrer. Los Batallones de Obras y Fortificación pertenecientes a este Grupo de Ejércitos serán empleados en la Posición Intermedia y los Batallones de prisioneros y presos en la inmediata a Valencia. Lo que comunico para su conocimiento y efectos. Puesto de Mando.” (21) Con todo lo dicho creemos concluir que Sebastián Carrer Vilaseca, no sólo fue trasladado a Valencia por razones disciplinarias o de otra índole, sino como solución a la situación de presión ejercida por la ofensiva sobre Valencia, y a la necesidad de contar con los mejores profesionales fortificadores para una defensa eficaz de la ciudad. Otro sí, las explicaciones exculpatorias que se produjeran en el proceso, pero esto lo veremos a continuación. La Guerra ha terminado (1939) La ilegalidad procesual ejercida por el franquismo se desarrolló de múltiples maneras, la más clara, vulnerando la tradición del liberalismo que separaba la justicia castrense de la justicia civil. Tras finalizar la guerra, los Consejos de Guerra bien fueran sumarísimos o sumarísimos de urgencia (22) se impusieron en todo el territorio como una especie de “justicia al revés” con la tergiversación del concepto de rebelión, donde se acusaba y condenaba a los verdaderos defensores de la legalidad gubernativa, habiendo sido los militares sublevados los que rompieron el orden anterior. (Chaves Rodriguez, 2014). Así que, todos los procesos llevados a cabo por la llamada “justicia” golpista no fueron sino procesos ilegales, aunque la falta de legitimidad no significa que la violencia golpista fuera un fenómeno descontrolado, si no que la suerte de los distintos procesados seguiría unas directrices en base a un conjunto de declarantes que pueden ser definidos como profesionales (autoridades civiles, miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, militantes y dirigentes de FETJONS, autoridades religiosas) (Buxeiro Alonso, 2021). Para el historiador de la UV, Ismael Saz, al comparar la represión del fascismo y del franquismo destaca el hecho de la segunda fuera más cruel porque no hubo nunca intencionalidad de integración en un proyecto común (Saz Campos, 2004). Entre 1938 y 1978 se produjeron más de medio millón de consejos de guerra. Es decir, no hubo ninguna intención de regenerar el país, de reconstruirlo aprovechando todas las capacidades de aquellos dispuestos a reintegrarse en una tarea común, para lo cual hubiera sido necesaria la justicia y la reparación. Carrer lo resume cuando en su testimonio escribe “Fue pasando el tiempo…hasta que en agosto se celebró el Consejo de Guerra que con todos los considerandos y resultados acabó condenándome … por auxilio a la rebelión (¿quién se rebeló?)…Se hizo la comedia del Consejo de Guerra para cubrir el expediente pues ya antes de entrar en el Tribunal, mi abogado defensor Pedro Ruiz Tomás,… me comunicó el resultado”. Carrer se congratula de su suerte al haberse realizado la toma de Teruel por el Ejército de Maniobra, ya que de haber sido el Ejército de Levante donde “yo –dice- era el jefe máximo de Ingenieros, dónde estaría yo a estas fechas.” Michael Alpert (Alpert, 2007, pág. 106) propone una división mucho más sutil que la que realizó Alberto Martín Fernández, redactor del periódico ABC, a la hora de referirse a los enemigos del nuevo estado entre “Rojos” y “Rojillos”. Para Alpert entre los militares republicanos se podía distinguir entre adictos a la causa del pueblo, adictos geográficos y desafectos al régimen (republicano). Entre los adictos a la causa del pueblo se encontrarían una minoría de militares profesionales adscritos a la UMRA en la que habría desde afiliados a partidos de izquierda, simpatizantes del nacionalismo catalán y comunistas con actitudes políticas que harían imposible cuestionar su lealtad, como la de los hermanos Galán. Dentro de este grupo también podrían figurar personas que si bien no pertenecían a ningún partido tenían estrechas relaciones con políticos republicanos y con aquellos que habían conspirado contra la Dictadura de Primo como Leopoldo Menéndez o Juan Hernández Saravia. Hubo un grupo de oficiales, quizá el mayoritario, al que se ha clasificado como “leales geográficos”, es decir, hombres que permanecieron leales simplemente porque se encontraban en la zona republicana, cosa que ocurrió en uno y otro lado. En este grupo se encontrarían militares que dieron lo mejor de sí mismos, otros se limitaron a no aparecer en primer plano, y luego aquellos que pudieron actuar como agentes enemigos. Dentro de este grupo hubo hombres como Vicente Rojo, que no tenía el menor interés por la política, católico y conservador. Aun sin afán clasificatorio Carrer tiene muchos elementos en común con las características definidas por Alpert, aunque nada resulte blanco y negro. Está claro que no estaba adscrito a ninguna tendencia política concreta, ni militaba en el UMRA, simplemente pudo ser un “leal geográfico” que como él reconoce en su neutral declaración jurada procesal actuó “sin convicción, pero con honradez” y “sin faltar a la disciplina” lo cual ya era una definición bastante digna en aquellos momentos comprensiblemente exculpatorios. En general, los militares profesionales dieron sobradas muestras de valor y, aunque hubo casos de traición no se pueden generalizar, ni se puede saber hasta qué punto eran actos intencionados, o derivados de la ineficacia. Fuera como fuere, no es difícil pensar que muchos de los oficiales que vivían en la zona republicana pensasen que en el peor de los casos, si vencían los nacionales, no estarían en una situación peor que antes y podrían volver a su rutina. Y si vencían los republicanos, tendrían asegurados ascensos importantes en su carrera militar. Ni una cosa, ni la otra se produjo. Y el final fue el peor de los posibles. El Consejo de Guerra sumarísimo de urgencia (21 agosto de 1939) Arturo García Álvarez-Coque (García Álvarez-Coque, 2018) defiende en las conclusiones de su tesis doctoral sobre el EM republicano que de los militares más leales la mitad pasaron al exilio. Los no exiliados fueron sometidos a consejos de guerra por auxilio a la rebelión (García Álvarez-Coque, 2018, pág. 341). Las penas más severas (de doce años y un día a treinta años) fueron para aquellos ideológicamente más afines a la República y para aquellos con mayor relevancia en hechos de armas (cosa que no fue el caso de Carrer como se constatará en los hechos probados), aunque la libertad condicional se solía conceder al cabo de pocos años. Algunos no fueron condenados a penas accesorias de separación del servicio o de expulsión del ejército y fueron reincorporados. El juzgado especial militar “1” estableció el procedimiento Sumarísimo de urgencia nº992 V. contra el Capitán Sebastián Carrer Vilaseca, casado, de profesión Ingeniero, militar de 38 años de edad, residente en Valencia y natural de Igualada. No sabemos si Carrer decidió presentarse al terminar la guerra ante el Jefe de Ingenieros Coronel Tejero (que había sido profesor suyo en la Academia) en la lógica de esa confianza en volver a la rutina, por la responsabilidad de proteger a su familia y sus dos hijas, o por cualquier otra circunstancia, el hecho es que fue arrestado y se le tomó declaración el 9 de abril. La instrucción se inició el 20 de junio de 1939 por el Comandante Víctor Cancho Pisón, quien estableció una providencia para la prisión atenuada de Carrer por denuncia contra él. En su declaración jurada, y en respuesta a las preguntas del Juez Instructor, en una muestra de arriesgada y más que digna “neutralidad”, en lo referente a la situación en Valencia y a los sucesos de Paterna, tras la llegada de la Junta delegada del gobierno, al reunirse con los oficiales del cuartel dice: “Yo constaté que siendo él, el Jefe del Batallón ( se refiere al Coronel Juan) no dejaba de reconocer en ningún momento su autoridad y por tanto me sometía a lo que ordenara” cuestión que subraya posteriormente el fiscal, entendemos que como muestra de fu falta de entusiasmo con la causa Nacional. Por otro lado, Carrer declara que no se encontraba en el Cuartel cuando los hechos de Fabra, aunque manifiesta su intervención como testigo para salvar a Molinero. Respecto de los motivos de permanecer en zona roja alude a los atropellos sufridos por su familia en Igualada. El historiador David Alegre (Alegre Lorenz, 2018, pág. 342), sitúa el origen del mito de que los oficiales profesionales que combatían en las filas del ejército republicano lo hacían no tanto por sus convicciones profesionales o políticas, como por el miedo a que sus familiares en zona gubernamental fueran represaliados estaría en los informes realizados por los sublevados tras la batalla de Teruel. Muchos militares en el lado republicano tuvieron sus familias en el lado nacional, el caso más conocido quizá el de Miaja, lo que no impidió su lealtad a la República, aunque fuera uno más de los leales geográficos. Carrer relata a continuación todos los hechos que conocemos, su paso por el CEP, por el frente de Teruel, en la fortificación de Valencia, y añade “su negación –dice- a aceptar el mando de armas”, “su adhesión a la Junta de Defensa, tras el 5 de marzo por su política anticomunista y de entrega al Gobierno Nacional”. Carrer se muestra hábil en su declaración, al recordar los nombres de los principales mandos del Ejército de Levante (obvio), pero no da ningún nombre asociado a autores de delitos comunes o de Tribunales Populares. Al hablar de los testigos, en los Consejos de Guerra, el historiador Xabier Buxeiro (Buxeiro Alonso, 2021, pág. 138) establece cuatro categorías: “Testigos con actitud acusatoria, testigos con actitud neutral, testigos con actitud exculpatoria, testigos con actitud intermedia (exculpan a unos y acusan a otros)”. Veamos pues ahora, las características de los testigos. En el proceso a Carrer participaron un total de siete testigos, dos informes y cuatro certificados. Los certificados son de Igualada, de la Alcaldía, el Jefe de Milicias de Falange de las JONS y el Arcipreste y Párroco de la Iglesia parroquial de la Soledad, son los primeros avales, entre abril y mayo, defienden el argumento de los antecedentes religiosos y derechistas tanto de la familia como de Carrer y de la persecución a la que fueron sometidos por los “rojos”, así como ser familia adicta al régimen. El resto de testimonios, siete, más una segunda declaración de Carrer, son mayoritariamente civiles o militares cercanos a Carrer y procedentes de Valencia y Barcelona, además incluyen dos importantes informes, de la Alcaldía y Falange de Paterna. Pero la pieza clave fue la declaración acusatoria realizada por el Comandante de Ingenieros Pedro Lamo Peris(23) el 16 de junio de 1939 que dice de Carrer: “ser enormemente rojo”, “que fue avisado por Fabra de lo que tramaba” y de que “no avisó” a sus compañeros cuando los sucesos del 29 de Julio en Paterna. Esta grave denuncia obligó a la movilización de todos los testimonios posteriores en defensa de Carrer para evitar el peor de los resultados. Tras las declaraciones exculpatorias del resto de los testigos, el juez instructor, Víctor Cancho, dice que “los hechos que se le imputan de concomitancia con los elementos de izquierda y participación en los sucesos de la noche del 29 de Julio en el Cuartel de Paterna aparecen desvirtuados con las declaraciones de los testigos y los informes recabados de la Jefatura Local de Falange JONS y de la alcaldía de dicha localidad”. Una vez más se cumplirá la lógica que apunta el profesor Buxeiro (Buxeiro Alonso, 2021) y que señalaba Carrer respecto del proceso: “obedecer a una comedia” y a una directriz, más que a la realidad. La sentencia consideró hechos probados la actividad de Carrer desde su destino en el Batallón de Zapadores nº 3 en la guarnición de Paterna, su prestación de servicios al ejército rebelde desde septiembre de 1936 en el CEP, con la misión de preparar la defensa pasiva, sus actuaciones en Almansa y Puerto de Contreras (24). La incorporación en 1937 a la Inspección de Ingenieros como Comandante en el frente de Teruel y, finalmente, en julio de 1938 destinado a la Comandancia de Ingenieros del GERC, desempeñando después la función técnica de las fortificaciones de Valencia. La sentencia, de 21 de Agosto, condenaba a Carrer, como autor de un delito de auxilio a la rebelión, sin circunstancias modificativas de responsabilidad, a una pena de dieciséis años de reclusión menor, previsto y penado en el artículo 240 del Código de Justicia Militar, con las accesorias de pérdida de empleo e inhabilitación civil absoluta, por el tiempo de condena, sirviendo de abono la prisión preventiva sufrida. Firman la sentencia: Carmelo Castañón Reguera, Francisco Oria, Vicente Sancho Tello, José Romero y Eustaquio Velasco. La pena comenzó a contar desde el 9 de abril de 1939, le fue conmutada por 6 años de Prisión menor, y se dejó extinguida por indulto del día 12 de junio de 1940, un total de 1 año, un mes y 24 días en prisión, sin que el beneficio alcanzase a las accesorias de la pena remitida y, que por tanto, se mantenían en su integridad. Es decir, inhabilitación y pérdida de empleo. Resultaba así degradado al estado de “no persona” tomando la expresión de Michael Alpert (Alpert, 2007, pág. 113). Por su condición de farsa o “comedia” el proceso dejó más preguntas que certezas, pero esto será tema de otro capítulo. El 6 de octubre de 1976 se le concedió la amnistía. Pero lo cierto es que por su edad, su escalafón como Teniente Coronel, la experiencia adquirida en el campo profesional en Marruecos y como fortificador al lado de figuras tan de prestigio como la de Tomas Ardid Rey, Sebastián Carrer Vilaseca estaba destinado a desarrollar una de las carreras más prometedoras en el cuerpo de ingenieros y, probablemente, en la vida civil; pudiendo haber sido promotor de la modernización del país, como su paisano Pere Vives, pero la poética de ese brillante porvenir quedó en una más de las promesas truncadas por la guerra. La ilegítima actuación de los tribunales franquistas al servicio del Nuevo Estado que no estaba dispuesto a administrar el perdón y la justicia, marginó al ostracismo las vidas de muchos que no habían sido ni héroes, ni convencidos comunistas, ni rojos peligrosos, ni personajes destacados de partido político alguno, ni figuras principales en el campo militar, si no ciudadanos que cumplieron con profesionalidad su tarea como funcionarios al servicio del gobierno legítimo. Estos ciudadanos fueron desterrados dentro de su propia patria, un exilio interior más doloroso que el vivido fuera de España, porque no tuvo el rasgó épico o romántico de aquel otro exilio y tuvo, al contrario, que permanecer, con disimulo de su condición, en una prolongada negación de su pasado. Quizá, sea por eso hora ya de reconocer la figura de personajes como Sebastián Carrer Vilaseca, constructor, doblemente, de la Defensa de Valencia, en su calidad de ingeniero y militar. Sirvan estas líneas para rendir homenaje y tributo de honor a uno, entre tantos ciudadanos, que fue, al servicio de la República. José Durbán, historiador 10/2/2023. Revisión y nota 24 de 1 de junio de 2023. NOTAS (1)Sostenemos la cuestión de que el modelo fortificado de la LDIV y otras de la misma fecha, como la Defensa de LLíria, es diferente a las del inicio de la guerra. En 2022, el TFM (inédita) de Isabel Ávila Pallares corrobora esta idea. (2)Sera el caso de los muy renombrados Historia Militar de la Guerra de España de Manuel Aznar en 1963 o La Ofensiva sobre Valencia de Martínez Bande en 1977. (3)Martínez Bande en su libro aporta el “informe complementario al superponible escala 1:200.000 de la línea XYZ y posteriores”, y lo atribuye al Jefe del Estado Mayor, aunque fue elaborado por Carrer. (4)Es en un documento aparecido en 2007 con la signatura AGMAV, C.349, Cp.4, D.2/31, pero con la firma del autor, Teniente Coronel de Ingenieros Sebastián Carrer Vilaseca. (5)Muchos militares fieles a la República obtuvieron ascensos en Marruecos; Pozas y Llano de la Encomienda, Hidalgo de Cisneros y Riaño, Otal y Villalba, Valcazar y del Rosal, entre otros. (6) Dolla fue el prototipo de general africanista, que participará en los hechos de Jaca, aplastando la sublevación de los hermanos Galán. Sancionado por la República, fue golpista el 18 de Julio. (7) Se refiere a las pistas realizadas en Tizzi y Bab Ankoud el mes de agosto y siguientes. (8)Una de las fotografías de Carrer dedicadas a su estancia en Marruecos recoge una perspectiva de este puente de García Herrán en Larache, creemos que hoy desaparecido. (9)Pilar Usano era hija del juez Carlos Usano Alonso, célebre por la causa contra Juan March, y hermana de Manuel, Fernando y Félix. Manuel fue uno de los fundadores de la FUE, prestigioso atleta, y médico en la XIII Brigada internacional. Al finalizar la guerra se exilió en Colombia. Trabajó en la empresa PFIZER S.A., regresando a España en 1952. (10)Una dura huelga que durará desde el 13 de abril hasta el 13 de junio de 1932. El 20 de abril de 1932, el diario “Ahora” recogía, en su página 19, la intervención de los ingenieros y la actuación de piquetes de obreros electricistas en el Grao de Valencia. (11)Notas autobiográficas de Sebastián Carrer. Archivo familiar de la familia Carrer Usano. (12)La biografía sobre Carlos Fabra Marín revela datos coincidentes. Fabra nacido en 1904 era contemporáneo de Carrer, 1900, ambos eran del arma de Ingenieros, destinados en Marruecos, Rif (Vidal Castaño, 2012, pág. 63). Vecinos en Valencia, Carrer en la Calle San Vicente 117 y Fabra en Guillem de Castro nº 1. Los dos pertenecían al 5º Regimiento de Zapadores y Minadores nº 3 de Paterna, tenían hijas de la misma edad. Carrer ingresó en el Regimiento a su regreso a Valencia en 1930 y Fabra en 1931, un regimiento formado por tres compañías, es decir, por unos centenares de hombres. Es evidente, fueron dos vidas entrecruzadas, Fabra confía en Carrer y viceversa, de hecho, tras el tenso suceso, Fabra no envía preso al barco a Carrer, sino que le ofrece llevarlo a casa con su familia. (13)Domingo Torres Maeso y Carrer entablaron amistad, Carrer lo cuenta en su relato. Torres ayudaba a la nutrición de la hija pequeña de Carrer, Ana, con botes de leche. (14)Se refiere a Josep Benedito León que luchó en el frente de Teruel, formó la columna Torres-Benedito en los inicios de la Guerra Civil, junto con Domingo Torres, actuando en torno a la capital turolense con cerca de 4.000 hombres; formada por anarquistas, socialistas, POUM, partido sindicalista y Esquerra Valenciana. Benedito era militante de Esquerra Valenciana. Fue el presidente de la delegación de Guerra del Comité Ejecutivo Popular de Valencia. (15) D.O., número 310, de 27 de diciembre de 1937, Tomo IV, p. 607.En: (Aroca Mohedano, 2004). (16) Nota extraída del la Auditoria del Consejo de Guerra a Carrer. (17) Efectivamente, algunas epigrafías en la zona de fortificaciones en Ribarroja lo confirman. (18)Relación Jurada de los servicios prestados durante el año 1938 por el Teniente Coronel de ingenieros Sebastián Carrer Vilaseca. Expediente Personal de Carrer (Archivo General Militar, 2009). (19) AGMAV, C.349,Cp.4,D.2/31. Donde por primera vez se menciona con este nombre a la Línea Puig-Los Carasoles (Al noroeste de Manises). (20) AGMAV, C.343, Cp. 10, D.1/30. Este asunto de la intervención de Julio Just se puede seguir con más detalle en la Revista IO (Durbán Aparisi, 2019) (21)AGMAV, C,343,Cp.10,D.1/61. (22)Los sumarísimos de urgencia fueron los más habituales a partir de 1940 y contaban con menos garantías procesales. (23) Pedro Lamo Peris, es quizá uno de los casos de denuncia por competencia profesional en el escalafón, que también se dieron en otros cuerpos de funcionarios (Fernandez y Agulló, 1999). Lamo huyó de Valencia el 27 de enero de 1938 y dejó su plaza vacante, esta fue ocupada por Carrer en su ascenso por promoción de escalafón. “Yo al trasluz observo la firma y me doy cuenta que era precisamente la del Comandante que al ascender de Capitán había yo cubierto su plaza”. (24) Por esto decimos que Carrer fue un militar que defendió Valencia tanto al inicio en el 36-37 como en el 38-39. Estuvo siempre en su defensa, cuestión que le distingue del resto de fortificadores militares renombrados que llegaron a partir del 38, primero ante la posible ofensiva desde Madrid hacia Alicante y Valencia a través de Almansa, o desde Madrid hacia Valencia por Contreras. Bibliografía. Alegre Lorenz, D. (2018). La batalla de Teruel. Guerra total en España. Madrid: La esfera de los libros. Alpert, M. (2007). El Ejército Popular de la República. Barcelona: Crítica. Álvarez Junco, J. (2022). Qué hacer con un pasado sucio. Barcelona: Galaxia Gutenberg. Archivo General Militar, S. (2009). 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EL NUMERO 13 DE LA REVISTA LAURO DE LLÍRIA DEDICAT A LES FORTIFICACIONS DEFENSIVES VALENCIANES.

Ja s'ha publicat el número 13 de la revista Lauro, Quaderns d'Historia i Societat, editada per l'Ajuntament de Lliria. Pel seu interés us adjuntem la portada i l'index dels diferents articles.
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