Una defensa republicana en Villamalur (Castellón) 2023 Foto: jd
UNA DIDÁCTICA DE LAS PIEDRAS. HISTORIA PÚBLICA Y MOVIMIENTOS SOCIALES(1)
El patrimonio militar de la guerra civil (tanto la defensa activa como la pasiva) no se consideró tema de estudio hasta principios del siglo XXI. El sujeto de la historiografía sobre aspectos militares había quedado vinculada a historiadores franquistas Salas Larrazabal (1973), Martínez Bande (1968-1985) preocupados por la estrategia de la batalla y sus causas, el papel de los ejercidos y las decisiones de los generales victoriosos; con las obras de Antony Beevor (2005), Gabriel Cardona (2006) o Michael Alpert (2007), se recuperó los estudios sobre el enfoque militar de la guerra civil con una nueva orientación marcada por una visión más amplia y crítica. Paul Preston (2000) apuntó la importancia defensiva de las trincheras en la batalla de Valencia. En la historiografía valenciana, salvo en el caso de Carlos Llorens (1978), Albert Girona Albuixech (1986) y Eladi Mainar Cabanes (1998) poco se había escrito sobre aspectos puramente militares (2).
1. Movimientos sociales e historia pública.
Entre 2007 y 2010 historiadores locales empezaron a publicar sobre historia militar de la guerra civil en la Comunidad Valenciana, trabajos minuciosos sobre la batalla de Levante. Cabe mencionar entre
ellos a Edelmir Galdón Casanoves (2010), Blas Vicente Marco, Carlos Mallench Sanz, Antonio Moreno Tenas, Ramón J. Navarro, Lara Cardona o Jorge Vera de Leyto participantes en una obra colectiva inicial muy importante para el reconocimiento de los restos materiales de la batalla y sus trincheras en
las comarcas valencianas del Palancia y Valencia (Aguilar, 2011). Un aspecto en el que coincidían estos estudios era que se trataba de una batalla poco conocida y las razones por las que fue olvidada. El franquismo no quiso reconocer la derrota al intentar llegar a Valencia, por lo que la ocultó; ésta sería la tesis en la que coincidieron entonces estos estudiosos. Este proceso estuvo acompañado de un intenso
trabajo de los movimientos sociales y me morialísticos (3) por la reivindicación del patrimonio material que había dejado la defensa valenciana y su reconocimiento legal como bienes de relevancia social y cultural en lugar de piedras olvidadas en el paisaje valenciano, fue un ejercicio de divulgación comparable a lo que hoy se llama en el ámbito anglosajón historia pública. Es decir, una historia que procura la producción y difusión del conocimiento acercándose a una vía colaborativa entre profesionales de las ciencias sociales y una ciudadanía implicada en su pasado y la relación con su presente. La historia pública permite plantear retos importantes como son la investigación y difusión de la historia ligada a cuestiones que forman parte del interés de los profesionales, pero también de los ciudadanos haciendo de la historia una materia accesible y democrática (Torres Ayala, 2020).
Sostenemos que esa convergencia entre movimientos sociales de carácter memorialístico, patrimonial, ecologista y/o profesionales de las ciencias sociales y de la historia fue decisiva para la
recuperación de nuestro patrimonio bélico de la Guerra civil (4), y ponerlo en valor ante la ciudadanía junto al relato de la batalla olvidada. Un patrimonio y una memoria que hasta entonces era extremadamente inestable al no tener cobertura normativa ni académica, existía por el contrario una tradición antipatrimonialista (Samuel 2014) sobre estos elementos.
2. Movimientos sociales y disputa por el patrimonio.
El patrimonio bélico de la guerra civil en la Comunidad Valenciana era hasta el siglo XXI un patrimonio no reconocido, que no formaba parte de la agenda política, tampoco era un elemento de estudio de la historiografía, ni estaba protegido. El patrimonio material bélico era circunstancial en la batalla, y frágil ante las presiones de todo tipo. No hay más que recordar la construcción de la autovía en Lliria (CV-35) a finales del siglo XX que acabó con centros y puntos defensivos muy importantes del km 11 sin ningún tipo de estudio arqueológico, la urbanización de las playas del Puig y la destrucción de casamatas y defensas de costa, o las fortificaciones de la Pedrera desaparecidas con la construcción de la carretera de Barcelona (autovía del mediterráneo) lo hacen patente. Las infraestructuras y segundas residencias habían afectado a este patrimonio como mínimo documentado desde 1973 (5); en el territorio, el afán constructivo del ladrillo y la desmemoria no tuvo ningún inconveniente en derribar esas piedras que no tenían quien las protegiera y las hiciese compatibles con una sociedad ya democrática. Así se derribaron en urbanizaciones como Entre Pinos (L’Eliana), en San Antonio de Benageber, en Rafelbuñol producto de las transformaciones agrarias en la zona de los Germanells, en Ribarroja en las canteras a cielo abierto, en la carretera de Manises (CV-370), etc.
La indefensión de los vestigios de la guerra civil cambió a partir de la actuación de los movimientos sociales al reivindicar su protección, y con un ejercicio de acción directa (Samuel, 2014) con denuncias en prensa, televisión y propuestas de protección de este patrimonio ante las instituciones.
Reivindicaciones que se hicieron más intensas a partir de 2007. (6 )
No era una simple intervención sobre el patrimonio, era una disputa sobre la memoria y la historia, pues significaba reinterpretar un patrimonio-memoria, no sólo por su valor como elemento de la batalla,
como estrategia de los soldados y generales victoriosos (tal y como había hecho la historiografía tradicional franquista), era necesario resignificar los elementos como producto del trabajo de la retaguardia; un trabajo colectivo por la defensa de esa democracia. Había que introducir la idea de que la defensa en los frentes es inseparable de la movilización general de los ejércitos; de las técnicas e instrumentos empleados; de la tecnología del combate. Sin embargo, estas construcciones no se puede entender sin las convergencias sociales y organizaciones que las promovieron; del ejercicio político de
los gobiernos; del trabajo de los voluntarios; de los batallones de trabajadores; de la selección del personal especializado que debe llevar a cabo la fortificación; de la contribución de las mujeres en la retaguardia en la construcción de refugios y trincheras; del papel de la propaganda y los medios de prensa; de la aplicación de la economía en la guerra o la transformación de las ciudades; del paisaje, e incluso de los cambios sobre la vida cotidiana de las personas. Se trataba de entender que no puede existir una tecnología de guerra eficaz sin formar parte de una construcción social que le acompañara. Incluso podría ser una aportación de la memoria republicana a lo que en los primeros años el siglo XX empezaba a conocerse como una “cultura de la defensa”, es decir, una cultura de la defensa democrática en la que el pueblo participa activamente, junto a las fuerzas militares y el gobierno, en la defensa constitucional de la nación democrática
Una disputa porque era necesario plantear la defensa de Valencia y sus líneas defensivas como un conjunto integrado en una guerra total. Hasta 2006 y 2007, el conjunto defensivo que conformaban las
líneas defensivas valencianas no había sido un elemento global y su tratamiento había sido parcial, local, nunca como conjunto general con una singularidad propia como un BIC (Durbán, 2008). Y esto
no era casual, careció de investigación e interpretación sobre la funcionalidad de la tecnología de las trincheras en el campo de batalla al haber sido consideradas elementos subalternos de la estrategia de guerra.
Además, el patrimonio material de la batalla tiene un valor no sólo como bien material por su interés simbólico o funcional, como lugar de memoria (Nora, 1984). El patrimonio puede tener un valor añadido a la historia, el valor de la disputa democrática sobre el pasado, como ha dicho justamente Daniel Rico (2024). Ante estos testimonios materiales de la memoria y de la historia hay que debatir y preguntarse sobre cuestiones como: ¿por qué fue necesaria su construcción?, ¿qué derechos y valores se defendían? ¿quiénes son los que las construyeron? o ¿cuáles fueron las consecuencias de la derrota?,
¿cuál era el contexto de referencia internacional de la guerra?, ¿por qué se destruyó con posterioridad?
Son, las trincheras, testigos materiales que conllevan una carga didáctica, la posibilidad de una disputa necesaria sobre el reconocimiento histórico del contexto en el que se produjeron los hechos. Más allá del res gestae de la batalla (los hechos), cabe el rerum gestorum (su interpretación).
En definitiva, era una disputa sobre lo que se denominan “patrimonios disonantes” (Ashwort, 2005) al referirse a aquellos patrimonios que fueron construidos para una finalidad concreta y que, con el
paso del tiempo, la batalla política o los elementos ideológicos, religiosos, etc. se vuelven en elementos con un significado cambiante que forman parte de una disputa social, dado que distintos grupos les
atribuyen distintos significados y formas narrativas distintas sobre el pasado. Un deber de memoria que, en la Comunidad Valenciana, a diferencia de otros lugares del Estado, todavía no hemos cumplido.
3. Nota final
La bibliografía de los aspectos militares de la guerra civil española referida a los campos de batalla (Teruel, Belchite, Guadalajara, Jarama o Ebro) ha sido renovada sobre todo desde las aperturas de los archivos militares que eran campo exclusivo de los historiadores franquistas. En el País Valenciano, se han producido una serie de aportaciones importantes referidas a La batalla por Valencia (7) de forma global, y publicaciones de carácter local y comarcal como las historias de la Guerra en el Alto Palancia.
Una defensa que había sido olvidada por considerarse una derrota por los franquistas según el historiador Vicent Grau Reig (2021), tuvo interés para los historiadores valencianos a partir de los inicios del siglo XXI y sirvió para renovar la visión sobre la batalla menos conocida de la historia de la
Guerra Civil española.
La divulgación de la literatura de los campos de batalla ha supuesto también otro campo, no una división, un campo complementario; la reivindicación de unos elementos subalternos en la narración de
las batallas y sus estrategias: las trincheras y fortificaciones que eran el testimonio material de una memoria colectiva, pero que estaban enterrados literalmente, habían sido destruidos y formaban parte de la desmemoria y el olvido. Al concepto y estrategia de la batalla se añade la reivindicación del patrimonio-memoria y también, hemos añadido, su valor de patrimonio como disputa democrática.
La convergencia de estas investigaciones con la potencialidad reivindicativa y divulgativa de los movimientos sociales han sido factores clave en su recuperación memorística, histórica y social, y en
su reconocimiento legal junto a otras instituciones académicas, culturales e institucionales.La agenda por el inventario, la catalogación y la recuperación del patrimonio material de la Guerra Civil, de las
trincheras y fortificaciones, como testigos excepcionales de la memoria, cambió a partir de la intervención social, esto podría ser entendido como una especie de historia pública, en términos anglosajones. Reconocer el trabajo de estos movimientos vecinales, populares, de asociaciones cívicas
por el patrimonio material de la Guerra Civil es un deber de justicia y reconocimiento de una realidad que ha quedado plasmada en hemerotecas y en la realidad del paisaje valenciano, aunque no sea singularidad valenciana.
Por último, este paisaje de trincheras que parecía una fantasía virgen en un territorio desierto y sin historia (Brioni, 2021), para los urbanizadores y las élites políticas del pasado, ha recuperado su historia y memoria, su dignidad y su reconocimiento legal, su uso como elementos didácticos y conmemorativos democráticos. Pero hace falta no confiarse demasiado, todavía hoy episodios como el de Mas Camarena en Bétera o San Antonio de Benagéber nos recuerdan que la disputa estricta por el patrimonio es un episodio de absoluta actualidad.(8)
Notas
1. Artículo publicado en la revista de CAMDE-PV Els nostres quaderns. Nº 4 segon semestre 2025. p. 41-48. El autor es profesor de Geografía e Historia y ha colaborado con la Coordinadora de Bosques del Turia.
2 En 2004 la comisión de patrimonio cultural del Consejo Valenciano de Cultura emitía un informe líder: “La conservación del patrimonio histórico militar de la Guerra Civil (1936-39)”.
3. La Asociación de Memoria Histórica del Alto Palancia o la Coordinadora en Defensa de Bosques del Turia, el Ateneo Republicano de Paterna entre otros.
4. Un informe del Consejo Valenciano de Cultura de 2016 sobre los refugios antiaéreos recordaba que el consejo había realizado algunos informes anteriores sobre refugios o fortificaciones a demanda de entidades ciudadanas como la Asociación de Vecinos y Comerciantes del Barrio del Carmen en 2007, o la Coordinadora de los Bosques del Turia ‘ en 2008. También la UVEG emitió informe en 2008 a demanda de dicha Coordinadora.
5 Existe un expediente referido a la demanda de autorización de un
nido de ametralladoras dirigido al Ministerio de defensa con esa fecha,
por parte de un agente urbanizador del paseo marítimo.
6 Un periódico local recogía el siguiente titular: Las obras de ampliación de la autovía de Llíria destruyen un búnquer de la Guerra Civil. Una coordinadora vecinal exige al Consejo que pare los trabajos. Levante-EMV, 18 enero de 2007.
7 Así le llama Edelmir Galdón Casanova en su libro al referirse a la batalla de Levante.
8 En el momento de redactar este artículo la Fiscalía Provincial de Valencia ha pedido la investigación de los hechos ocurridos en Mas Camarena a raíz de la urbanización del R-13 y la destrucción de las trincheras aparecidas en La Jonquera II.
Bibliografia
AGUILAR, C.R., La Guerra Civil en el Alto Palancia. La comarca en la defensa de Valencia (1938), Segorbe, Instituto de Cultura del Alto Palancia, 2011.
ALPERT, M., El Ejército Popular de la República 1936-1939, Barcelona, Crítica, 2007.
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BRIONI, S., El cuerno de África e Italia: encuentros culturales, coloniales, poscoloniales y transnacionales, Berna, Peter Lang, 2021.
CARDONA, G., Historia militar de una guerra civil. Estrategia y táctica de la guerra de España, Barcelona, Flor del Viento, 2006.
DURBÁN, J., “70 aniversario de la batalla de Levante”, Levante EMV, 24 de julio de 2008, p. 7.
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LLORENS, C., La Guerra en Valencia y en el frente de Teruel, Valencia Fernando Torres, 1978.
MAINAR CABANES, E., De milicianos a soldados, las columnas valencianas en la Guerra Civil Española (1936-37), Valencia, PUV, 1998.
MARTÍNEZ BANDE, J.M., Monografías de la Guerra Civil Española, Madrid Editorial San Martín, 1968-1985.
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PRESTON, P., La Guerra Civil Española, Barcelona, Mondadori, 2000.
RICO, D., ¿Quién teme a Francisco Franco?, Barcelona Anagrama, 2024.
SALAS LARRAZABAL, R., Historia del Ejército Popular de la República, Madrid, Editorial Nacional, 1973.
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TORRES AYALA, D., “Historia Pública. Una propuesta para pensar y repensar el quehacer histórico”, Historia Social (2020), pp. 229-249.
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