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Fortificacions i trinxeres del País Valencià by José V. Durbán Aparisi is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional License.

sábado, diciembre 01, 2018

Sobre la Línea de Defensa Inmediata a Valencia. 5. Los Batallones de Obras y Fortificación.


Los Batallones de Fortificación en La Línea Defensa Inmediata de Valencia

La construcción de la Línea de Defensa Inmediata de Valencia fue obra de los batallones de obras y fortificación. Estos batallones vinieron a completar a los cuerpos de  ingenieros de los ejércitos. Se trataba de batallones de carácter civil, aunque militarizados, formados inicialmente por voluntarios de los sectores de la construcción de las organizaciones sindicales, y que se complementarán con personal movilizado y, finalmente, presos tanto de guerra como comunes y políticos.
Todos ellos son los protagonistas de la construcción, lo trabajadores que levantarán la defensa de Valencia , no habría sido posible levantar dicha líneas sin su participación y su empeño;  un número importante de personal movilizado por su quinta respectiva, las mujeres, los presos de todo tipo, también los presos de guerra como los presos de la Batalla de Teruel o de Belchite, fueran o no republicanos, todos participaron en aquellos días en la defensa de Valencia contra el fascismo.

La movilización

En marzo de 1938 fueron movilizados de manera voluntaria todos los afiliados sindicales de la construcción entre 30 y 35 años.[1] Con posterioridad se realizarán tres movilizaciones obligatorias, en abril, octubre (quintas del 21, 20 y 19) y enero. Ante la ofensiva de Catalunya se movilizarán a los trabajadores entre 18 y 55 años, la llamada “quinta del saco”.
La República movilizó para la tarea de fortificación defensiva a personal especializado en el manejo de herramientas y comprensores del sector de la construcción, así como especialistas en el trabajo con el hormigón. Los trabajadores no especializados, presos, políticos y otro personal voluntario realizarán tareas de apoyo a los especialistas, como traslado de materiales, desescombro y otras tareas auxiliares a la construcción de los fortines y defensas, pistas militares y refuerzos de obra civil necesarias para las autoridades locales.
Un decreto de 22 de abril de 1938 firmado por el Presidente Manuel Azaña hacía referencia a la movilización de personal civil para la fortificar , y una circular posterior de fechas 23 y 25 de abril de 1938, publicados en la Gaceta de la República[2] , completaron el llamamiento obligatorio de obreros y campesinos en los llamados Batallones de Obras y Fortificaciones, Equipos de Destrucción y Compañías de Carreteras. En el decreto de 22 de abril decía, el Consejo de Ministros a propuesta de su Ministro de Defensa Nacional Sr Negrín acuerda, entre otras medidas, movilizar a los trabajadores pertenecientes a los reemplazos de 1926,25,24,23 y 22 de los oficios de Arquitectos, Aparejadores, Encargados, Maestros de Obras, Aislamientos e impermiabilizantes, Encofradores y Hierro Armado, Mosaistas y Colocadores, Montadores de cubierta, Carpinteros o similares, Albañiles y peones, Piedra artificial, Piedra y mármol, Empapeladores, Empedradores, Estucadores, Ladrilleros, Cerámica, Canteras, Yeseros, Pintores, Carpinteros de Ribera  y  Trabajadores de la Tierra. Todos estos oficios se incorporaron, según reemplazo, durante el mes de mayo. Serán las Comandancias de Ingenieros las encargadas de distribuir el personal a sus unidades de destino.
Esa circular del 25 de abril, da todo lujo de detalles sobre lo que fue la movilización de los batallones y las circunstancias y condiciones concretas de su movilización, comenzando por la descripción detallada de un  equipamiento rudimentario para afrontar las semanas de trabajo a la intemperie o en condiciones de supervivencia máxima, los utensilios de los que deberán ir provistos serán: una manta, una muda de repuesto, una cuchara, un plato o tartera, una cantimplora o vaso y un calzado. En cuanto a su reconocimiento sanitario, se dice, que será el médico titular del Consejo Municipal correspondiente el que se encargue de la  revisión provisional, expidiendo un certificado acreditativo de la utilidad para los trabajos de fortificación.


El transporte
Respecto del transporte, se concentraba a los  movilizados por el referido decreto, en el centro de reclutamiento más próximo a su residencia, será el Estado el que asuma el transporte por vía férrea. Los centros de reclutamiento y recuperación fueron muy activos en este periodo y puestos en marcha para incorporar y recoger las distingas movilizaciones y a los soldados que se daban a la fuga. En previsión de estar interrumpidas las comunicaciones ferroviarias o de no existir, los presidentes de los Consejos Municipales podrán requisar por el tiempo estrictamente indispensable, vehículos automóviles que devolverán una vez terminado el servicio.

De no haber medio alguno de transporte, el viaje lo harán los movilizados mediante jornadas de a pie de 20 kilómetros de longitud a cuyo fin saldrán de sus residencias con la antelación necesaria para presentarse en los centros de reunión en las fechas señaladas.
Esta  tarea de transporte ferroviario fue descomunal por su compleja organización en una situación tan precaria,   puesto que la movilización alcanzó a los reclutas de todo el territorio republicano, muchos de los batallones de fortificación fueron traídos desde Extremadura y Andalucía a la zona de Levante. Para reforzar el trabajo fortificador se trajeron batallones de los ejércitos de Extremadura, ejército de Andalucía , ejército de la zona Centro en Castilla la Mancha y distintos batallones de presos como el de penados jóvenes del campo de trabajo de Totana (Murcia) o de la prisión provincial de Chinchilla en Albacete.

 En estos casos el transporte se realizó a la estación del ferrocarril  de Valencia, desde aquí en el trenet a Llíria o Bétera y después en camiones hasta los lugares respectivos en la Yesa , Soneja y los distintos lugares de construcción de la X.Y.Z. El Trenet se mostró así como un eficaz vehículo de transporte para las necesitadas unidades republicanas a la vez que, dada su deficiente circulación, oportunidad para aquellos reclutas que decidían darse a la fuga saltando del vagón. A su vez la ruta se siguió a la inversa cuando las necesidades de fortificación del frente de Levante amainaron y se hizo más urgente atender el frente de Extremadura.

La paga y sueldo
Todos los fortificadores tendrán derecho a una paga de 5 pesetas diarias desde el día de salida al de presentación y, desde la fecha que se presenten a todos los devengos correspondientes a los soldados, incluidos pan y rancho. Hay que pensar que esta paga se correspondía con una jornada de 10 horas distribuidas en dos turnos de mañana y tarde. En algunas ocasiones, las necesidades de guerra y el peligro de los bombardeos tanto enemigos como propios obligaban a establecer más turnos e incluso a la introducción del trabajo nocturno.
Al no ser trincheras expuestas a las vicisitudes del frente, la construcción de la Línea de Defensa Inmediata a Valencia , pudo tener un ritmo de trabajo ordinario que se veía sólo interrumpido por la llegada de las visitas de las organizaciones sindicales y políticas, e incluso de amigos y familiares de Valencia.
Los ascensos
Los arquitectos, aparejadores, encargados y maestros de obras comprendidos en esta movilización, podrán ser propuestos para Sargentos o Tenientes en Campaña, previa petición a la que acompañarán los correspondientes avales, sindicales o políticos, que garanticen su adhesión antes del 18 de Julio de 1936.
Lógicamente se buscaba el buen oficio en la realización de la obra, aprovechando al máximo la formación y especialización de los trabajadores por encima de una igualdad aniquiladora.
Los presos
El 2 de julio, la prensa valenciana, recogió también la noticia de la formación de batallones integrados por detenidos gubernativos, penados y prisioneros de guerra para fortificar Valencia y su provincia[3]. La idea fue  formar treinta batallones de fortificación con presos de toda índole. Los datos, que da la prensa a través de la Dirección General de Prisiones, son que trabajaban en las fortificaciones 7.543 prisioneros. Estos prisioneros eran de tres categorías distintas: comunes, políticos y presos de guerra. Como veremos, el comportamiento y la actitud de los presos respecto del trabajo fortificador serán distintos siendo más eficaz el de los presos de guerra. Entre los presos políticos y comunes el quintacolumnismo e incluso el boicot al trabajo aparecerán de manera repetida y fue necesario aplicar medidas organizativas y disciplinarias por las autoridades militares.
Además, en mayo de 1938,  se creará un cuerpo especial de brigadas de vigilancia para fortificación organizadas y formadas por la Subdirección General de Seguridad y que serán asimiladas al cuerpo de carabineros.
El gobernador civil de Valencia Sr. Molina Conejero tomará medidas para movilizar Valencia y perseguir incluso el ocio nocturno dentro de la ciudad, ya que no es permisible teniendo tan cerca el frente, que algunos se dediquen a holgazanear y irse de juerga como si nada estuviera pasando. El propio gobernador dará marcha atrás en alguna de las medidas gubernativas puestas en marcha, aunque los guardias de seguridad realizarán distintas redadas en la ciudad persiguiendo a este tipo de ociosos y prófugos.

Un grupo de mujeres excavan trincheras junto a la calle del Hospital en Valencia, diario Verdad, 17 julio.


Las mujeres y la participación  popular en la defensa.
Además, las organizaciones sindicales y políticas y sus ramas juveniles hacían llamamientos constantes[4] y reclutaban entre sus afiliados personal para constituir estos batallones de fortificación. En dichos batallones participaran también las mujeres construyendo zanjas y trincheras en la ciudad de Valencia[5]. Entre la lista interminable de llamamientos a la fortificación esta la de los trabajadores del comercio valenciano, el sindicato profesional de periodistas de la UGT, el sindicato de crédito y finanzas, la asamblea de trabajadores de artes gráficas, la agrupación de comerciantes, los sindicatos del vestido, los ferroviarios, los estudiantes de la FUE, las mujeres antifascistas, los trabajadores portuarios, los delegados de las pedanías de Valencia, los trabajadores de Sagunto y Buñol,  etc[6].
La defensa Pasiva. Los trabajadores de Valencia durante el mes de junio realizan declaraciones a través de sus centrales en las que se ofrecen a colaborar con la Junta de Defensa Pasiva para fortificar Valencia, implantando la jornada de 48 horas. La Junta de Defensa Pasiva participó suministrando ayuda material, humana y se encargó del abastecimiento de las construcciones que se realizaban alrededor de la ciudad de Valencia.
            Día y noche se trabaja
Tal debió ser el esfuerzo fortificador, sobre todo después de la caída de Nules, que una fuente tan poco sospechosa como el servicio de información del ejército franquista lo relataba de esta manera, pocos días antes del 13 de julio cuando comienza la última fase de la ofensiva en la zona de Espadán: “Día y noche trabajan los Batallones fortificadores; desde los observatorios nacionales se advierte una actividad incesante; nuevas fuerzas han llegado durante los últimos días al amenazado sector; las tropas de línea pronuncian cinco o seis contraataques, con intención de evitar el establecimiento sólido de las vanguardias nacionales…”[7]

Un decreto de 18 de septiembre de 1938, publicado en la Gaceta de la República, vuelve a ordenar la movilización de los trabajadores de la construcción y de la tierra  correspondiente a los reemplazos de 1921, 20 y 19.           

En conclusión,  lo que hoy llamaríamos la sociedad civil, y todas sus instituciones locales y provinciales tuvieron una participación principal en la tarea de fortificar Valencia. Pusieron en ello más que su empeño y voluntad, su trabajo, su dinero y sus técnicos, aún a costa de ciertas incomprensiones que pudieron suceder. Nadie dudaba del peligro que amenazaba Valencia, el riesgo que corría la ciudad y la gravedad que su caída suponía  para la República. La obra de fortificación valenciana fue en gran parte una obra realizada con el apoyo popular y formó parte de la épica de la guerra civil[8]. Además, la movilización de la retaguardia valenciana fue un plus político y moral necesario para sostener los frentes, para apoyar las políticas de negociación en el tablero internacional mostrando la voluntad inquebrantable de la resistencia, para sostener la política de los 13 puntos de Negrín.
           





[1] Declaraciones a la prensa de José Pallás secretario provincial de enlace UGT-CNT. Diario Verdad, 7 de julio de 1938.
[2] Gaceta de la República nº “113” y “115”.
[3] Adelante, órgano del Partido Socialista Obrero Español, 2 de Julio de 1938.
[4] Hora diario de las JSU, recoge una de las muchas convocatorias sindicales de reclutamiento voluntario el 30 de marzo cuando convoca a los afiliados de la construcción en la sede sindical de la calle de la Paz de Valencia esquina con la calle Gorki.
[5] Verdad, órgano Provincial del Partido Comunista de España, 17 de julio de 1938.
[6] Llamamientos y proclamas que aparecen en la prensa de esos meses de abril a julio de 1938. Estos llamamientos recuerdan la descripción literaria de Max Aub sobre la batalla de Madrid. Max Aub. Campo abierto, Santillana Ediciones Generales. Madrid, 2003.
[7] Aznar, Manuel. Historia Militar de la Guerra de España. Editorial Nacional. Madrid, 1963, III Tomo, tercera edición, p, 163.
[8] El periódico socialista Adelante lo recogía así el 10 de julio de 1938: “El general Miaja ha dado las ordenes oportunas para una eficaz fortificación de Valencia y afirma que nuestra ciudad si llega el caso, renovará la gloria de Madrid”. Rojo afirmaba: “Madrid revivía en el frente de Viver”. Vicente Rojo España heroica p, 143.

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