Los Batallones de Fortificación en La Línea
Defensa Inmediata de Valencia
La construcción de la Línea de Defensa Inmediata de Valencia fue obra de
los batallones de obras y fortificación. Estos batallones vinieron a completar
a los cuerpos de ingenieros de los
ejércitos. Se trataba de batallones de carácter civil, aunque militarizados,
formados inicialmente por voluntarios de los sectores de la construcción de las
organizaciones sindicales, y que se complementarán con personal movilizado y, finalmente, presos tanto de guerra como comunes y políticos.
Todos ellos son los protagonistas de la construcción, lo trabajadores que
levantarán la defensa de Valencia , no habría sido posible levantar dicha líneas sin su participación
y su empeño; un número importante de personal movilizado por su quinta respectiva, las mujeres, los presos de todo tipo, también los presos de guerra como los presos de la Batalla de Teruel o de Belchite, fueran o no republicanos, todos participaron en aquellos días en la defensa de Valencia contra el fascismo.
La movilización
En marzo de 1938 fueron movilizados de manera voluntaria todos los
afiliados sindicales de la construcción entre 30 y 35 años.[1] Con
posterioridad se realizarán tres movilizaciones obligatorias, en abril, octubre
(quintas del 21, 20 y 19) y enero. Ante la ofensiva de Catalunya se movilizarán
a los trabajadores entre 18 y 55 años, la llamada “quinta del saco”.
La República movilizó para la tarea de fortificación defensiva a personal
especializado en el manejo de herramientas y comprensores del sector de la construcción,
así como especialistas en el trabajo con el hormigón. Los trabajadores no
especializados, presos, políticos y otro personal voluntario realizarán tareas
de apoyo a los especialistas, como traslado de materiales, desescombro y otras
tareas auxiliares a la construcción de los fortines y defensas, pistas
militares y refuerzos de obra civil necesarias para las autoridades locales.
Un decreto de 22 de abril de 1938 firmado por el Presidente Manuel Azaña
hacía referencia a la movilización de personal civil para la fortificar , y una
circular posterior de fechas 23 y 25 de abril de 1938, publicados en la Gaceta
de la República[2] , completaron el
llamamiento obligatorio de obreros y campesinos en los llamados Batallones de Obras y Fortificaciones, Equipos de Destrucción y Compañías de
Carreteras. En el decreto de 22 de abril decía, el Consejo de Ministros a
propuesta de su Ministro de Defensa Nacional Sr Negrín acuerda, entre otras
medidas, movilizar a los trabajadores pertenecientes a los reemplazos de
1926,25,24,23 y 22 de los oficios de Arquitectos, Aparejadores, Encargados,
Maestros de Obras, Aislamientos e impermiabilizantes, Encofradores y Hierro
Armado, Mosaistas y Colocadores, Montadores de cubierta, Carpinteros o
similares, Albañiles y peones, Piedra artificial, Piedra y mármol,
Empapeladores, Empedradores, Estucadores, Ladrilleros, Cerámica, Canteras,
Yeseros, Pintores, Carpinteros de Ribera
y Trabajadores de la Tierra.
Todos estos oficios se incorporaron, según reemplazo, durante el mes de mayo.
Serán las Comandancias de Ingenieros las encargadas de distribuir el personal a
sus unidades de destino.
Esa circular del 25 de abril, da todo lujo de detalles sobre lo que fue
la movilización de los batallones y las circunstancias y condiciones concretas
de su movilización, comenzando por la descripción detallada de un equipamiento rudimentario para afrontar las
semanas de trabajo a la intemperie o en condiciones de supervivencia máxima, los
utensilios de los que deberán ir provistos serán: una manta, una muda de repuesto,
una cuchara, un plato o tartera, una cantimplora o vaso y un calzado. En cuanto
a su reconocimiento sanitario, se dice, que será el médico titular del Consejo
Municipal correspondiente el que se encargue de la revisión provisional, expidiendo un certificado
acreditativo de la utilidad para los trabajos de fortificación.
El transporte
Respecto del transporte, se concentraba a los movilizados por el referido decreto, en el
centro de reclutamiento más próximo a su residencia, será el Estado el que
asuma el transporte por vía férrea. Los centros de reclutamiento y recuperación
fueron muy activos en este periodo y puestos en marcha para incorporar y
recoger las distingas movilizaciones y a los soldados que se daban a la fuga.
En previsión de estar interrumpidas las comunicaciones ferroviarias o de no
existir, los presidentes de los Consejos Municipales podrán requisar por el
tiempo estrictamente indispensable, vehículos automóviles que devolverán una
vez terminado el servicio.
De no haber medio alguno de transporte, el viaje lo harán los movilizados
mediante jornadas de a pie de 20 kilómetros de longitud a cuyo fin saldrán de
sus residencias con la antelación necesaria para presentarse en los centros de
reunión en las fechas señaladas.
Esta tarea de transporte
ferroviario fue descomunal por su compleja organización en una situación tan
precaria, puesto que la movilización alcanzó a los
reclutas de todo el territorio republicano, muchos de los batallones de
fortificación fueron traídos desde Extremadura y Andalucía a la zona de
Levante. Para reforzar el trabajo fortificador se trajeron batallones de los
ejércitos de Extremadura, ejército de Andalucía , ejército de la zona Centro en
Castilla la Mancha y distintos batallones de presos como el de penados jóvenes
del campo de trabajo de Totana (Murcia) o de la prisión provincial de
Chinchilla en Albacete.
En estos casos el transporte se
realizó a la estación del ferrocarril de
Valencia, desde aquí en el trenet a Llíria o Bétera y después en camiones hasta
los lugares respectivos en la Yesa , Soneja y los distintos lugares de
construcción de la X.Y.Z. El Trenet
se mostró así como un eficaz vehículo de transporte para las necesitadas
unidades republicanas a la vez que, dada su deficiente circulación, oportunidad
para aquellos reclutas que decidían darse a la fuga saltando del vagón. A su
vez la ruta se siguió a la inversa cuando las necesidades de fortificación del
frente de Levante amainaron y se hizo más urgente atender el frente de
Extremadura.
La paga y sueldo
Todos los fortificadores tendrán derecho a una paga de 5 pesetas diarias
desde el día de salida al de presentación y, desde la fecha que se presenten a
todos los devengos correspondientes a los soldados, incluidos pan y rancho. Hay
que pensar que esta paga se correspondía con una jornada de 10 horas
distribuidas en dos turnos de mañana y tarde. En algunas ocasiones, las
necesidades de guerra y el peligro de los bombardeos tanto enemigos como
propios obligaban a establecer más turnos e incluso a la introducción del
trabajo nocturno.
Al no ser trincheras expuestas a las vicisitudes del frente, la
construcción de la Línea de Defensa
Inmediata a Valencia , pudo tener un ritmo de trabajo ordinario que se veía
sólo interrumpido por la llegada de las visitas de las organizaciones
sindicales y políticas, e incluso de amigos y familiares de Valencia.
Los ascensos
Los arquitectos, aparejadores, encargados y maestros de obras
comprendidos en esta movilización, podrán ser propuestos para Sargentos o Tenientes
en Campaña, previa petición a la que acompañarán los correspondientes avales,
sindicales o políticos, que garanticen su adhesión antes del 18 de Julio de
1936.
Lógicamente se buscaba el buen oficio en la realización de la obra,
aprovechando al máximo la formación y especialización de los trabajadores por
encima de una igualdad aniquiladora.
Los presos
El 2 de julio, la prensa valenciana, recogió también la noticia de la
formación de batallones integrados por detenidos gubernativos, penados y
prisioneros de guerra para fortificar Valencia y su provincia[3]. La
idea fue formar treinta batallones de
fortificación con presos de toda índole. Los datos, que da la prensa a través
de la Dirección General de Prisiones, son que trabajaban en las fortificaciones
7.543 prisioneros. Estos prisioneros eran de tres categorías distintas:
comunes, políticos y presos de guerra. Como veremos, el comportamiento y la
actitud de los presos respecto del trabajo fortificador serán distintos siendo
más eficaz el de los presos de guerra. Entre los presos políticos y comunes el quintacolumnismo e incluso el boicot al
trabajo aparecerán de manera repetida y fue necesario aplicar medidas
organizativas y disciplinarias por las autoridades militares.
Además, en mayo de 1938, se creará
un cuerpo especial de brigadas de vigilancia para fortificación organizadas y
formadas por la Subdirección General de Seguridad y que serán asimiladas al
cuerpo de carabineros.
El gobernador civil de Valencia Sr. Molina Conejero tomará medidas para
movilizar Valencia y perseguir incluso el ocio nocturno dentro de la ciudad, ya
que no es permisible teniendo tan cerca el frente, que algunos se dediquen a
holgazanear y irse de juerga como si nada estuviera pasando. El propio
gobernador dará marcha atrás en alguna de las medidas gubernativas puestas en
marcha, aunque los guardias de seguridad realizarán distintas redadas en la
ciudad persiguiendo a este tipo de ociosos y prófugos.
Un grupo de mujeres excavan trincheras junto a la calle del Hospital en Valencia, diario Verdad, 17 julio. |
Las mujeres y la
participación popular en la defensa.
Además, las organizaciones sindicales y políticas y sus ramas juveniles
hacían llamamientos constantes[4] y
reclutaban entre sus afiliados personal para constituir estos batallones de
fortificación. En dichos batallones participaran también las mujeres
construyendo zanjas y trincheras en la ciudad de Valencia[5].
Entre la lista interminable de llamamientos a la fortificación esta la de los
trabajadores del comercio valenciano, el sindicato profesional de periodistas
de la UGT, el sindicato de crédito y finanzas, la asamblea de trabajadores de
artes gráficas, la agrupación de comerciantes, los sindicatos del vestido, los
ferroviarios, los estudiantes de la FUE, las mujeres antifascistas, los
trabajadores portuarios, los delegados de las pedanías de Valencia, los
trabajadores de Sagunto y Buñol, etc[6].
La defensa Pasiva. Los trabajadores de Valencia durante el mes de junio
realizan declaraciones a través de sus centrales en las que se ofrecen a
colaborar con la Junta de Defensa Pasiva para fortificar Valencia, implantando
la jornada de 48 horas. La Junta de Defensa Pasiva participó suministrando
ayuda material, humana y se encargó del abastecimiento de las construcciones
que se realizaban alrededor de la ciudad de Valencia.
Día
y noche se trabaja
Tal debió ser el esfuerzo fortificador, sobre todo después de la caída de
Nules, que una fuente tan poco sospechosa como el servicio de información del
ejército franquista lo relataba de esta manera, pocos días antes del 13 de
julio cuando comienza la última fase de la ofensiva en la zona de Espadán: “Día
y noche trabajan los Batallones fortificadores; desde los observatorios
nacionales se advierte una actividad incesante; nuevas fuerzas han llegado
durante los últimos días al amenazado sector; las tropas de línea pronuncian
cinco o seis contraataques, con intención de evitar el establecimiento sólido
de las vanguardias nacionales…”[7]
Un decreto de 18 de septiembre de 1938, publicado en la Gaceta de la
República, vuelve a ordenar la movilización de los trabajadores de la
construcción y de la tierra correspondiente
a los reemplazos de 1921, 20 y 19.
En conclusión, lo que hoy llamaríamos la sociedad civil,
y todas sus instituciones locales y provinciales tuvieron una participación
principal en la tarea de fortificar Valencia. Pusieron en ello más que su
empeño y voluntad, su trabajo, su dinero y sus técnicos, aún a costa de ciertas
incomprensiones que pudieron suceder. Nadie dudaba del peligro que amenazaba
Valencia, el riesgo que corría la ciudad y la gravedad que su caída suponía para la República. La obra de fortificación
valenciana fue en gran parte una obra realizada con el apoyo popular y formó
parte de la épica de la guerra civil[8]. Además,
la movilización de la retaguardia valenciana fue un plus político y moral
necesario para sostener los frentes, para apoyar las políticas de negociación
en el tablero internacional mostrando la voluntad inquebrantable de la
resistencia, para sostener la política de los 13 puntos de Negrín.
[1] Declaraciones a la prensa
de José Pallás secretario provincial de enlace UGT-CNT. Diario Verdad, 7 de
julio de 1938.
[2] Gaceta de la República nº
“113” y “115”.
[3] Adelante, órgano del
Partido Socialista Obrero Español, 2 de Julio de 1938.
[4] Hora diario de las JSU,
recoge una de las muchas convocatorias sindicales de reclutamiento voluntario
el 30 de marzo cuando convoca a los afiliados de la construcción en la sede
sindical de la calle de la Paz de Valencia esquina con la calle Gorki.
[5] Verdad, órgano Provincial
del Partido Comunista de España, 17 de julio de 1938.
[6] Llamamientos y proclamas
que aparecen en la prensa de esos meses de abril a julio de 1938. Estos
llamamientos recuerdan la descripción literaria de Max Aub sobre la batalla de
Madrid. Max Aub. Campo abierto, Santillana Ediciones Generales. Madrid, 2003.
[7] Aznar, Manuel. Historia Militar de la Guerra de España.
Editorial Nacional. Madrid, 1963, III Tomo, tercera edición, p, 163.
[8] El periódico socialista
Adelante lo recogía así el 10 de julio de 1938: “El general Miaja ha dado las
ordenes oportunas para una eficaz fortificación de Valencia y afirma que
nuestra ciudad si llega el caso, renovará la gloria de Madrid”. Rojo afirmaba:
“Madrid revivía en el frente de Viver”. Vicente Rojo España heroica p, 143.
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